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Voto de telemendenge:
5
Cine negro. Thriller Tras salir de la cárcel, John Muller (Paul Henreid), un astuto criminal con estudios en medicina y psiquiatría, sueña con el día en que logre dar "el gran golpe". Mientras tanto se ve obligado a desempeñar un aburrido trabajo de oficina. Un día, Mullerdecide llevar a cabo su sueño, robando en un conocido club de juego, propiedad del mafioso Rocky Stansyck. Tras el golpe y durante su huida, Muller será confundido con el Dr. Bartok, ... [+]
21 de octubre de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suscribo lo que apunta el usuario Eulate. Clasificarla como serie B para disculpar el despropósito del argumento y justificar entonces una alta valoración es auto engaño para usted y engaño para mí, que he visto defraudadas mis expectativas. ¿Es buena? Sí, al final digo para quién.

El armazón (personajes, motivaciones, escenarios...) es de cine negro de calidad pero la pretensión de que nos hagamos cómplices de la idea de un tipo suplantando a otro en su misma consulta es descabellada.

Tras haberla visto, alucino. Ni novia, ni entorno, se percatan de que no soy yo, que es un tío de Cáceres que se me parece un montón y encima ni se dan cuenta de que tengo el pelo rizado. Total, me estoy haciendo pasar por arquitecto de prestigio aunque solo hice el primer grado de una ingeniería. ¿Es o no es una bobada mayúscula? Pues lo mismo para un tipo que suplanta a un psiquiatra, AL QUE NO CONOCE DE NADA, con otra voz, otro acento, otra estatura, otra educación, otra... y del que ignora todos sus RECUERDOS.

Es estúpida hasta decir basta. BUENA PARA LAS TABACALERAS que, como en todas las películas de tipos duros de ese tiempo, muestran al protagonista con un truja (un cigarrillo) en cada plano. Las escenas en las que el impostor pasa consulta, son el colmo del ridículo. El pillo no habla, no respira, solo aspira (humo). Me divirtió mucho la escena en la que uno de los gánsteres enciende un cigarro mientras le están poniendo gasolina. No desaprovechaban ni un plano. Me sorprende que la señora de la limpieza no sujetara un cigarrillo en la comisura de sus labios mientras pasaba la balleta.

Ya termino. Sospecho que las tabacaleras apoyaban la producción de este tipo de proyectos para vender su veneno y no importaba demasiado su calidad aunque es de agradecer que los profesionales del medio, aún ejerciendo de mercenarios, se esforzaran por dignificar su trabajo.
telemendenge
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