Se trata, en mi opinión, de una gran película. Combinar drama y comedia en un mismo film es algo arriesgado que muchas veces no sale bien. Pero este caso es una excepción.

La história más trágica lo es en el sentido clásico de la palabra: un asesinato, un culpable, una necesidad de redención. Pero esta necesidad no parece tan clara; y en este punto de duda moral recuerda inevitablemente a Dostoyevski y a sus grandes temas: los límites de la moralidad, la existencia de alguna entidad externa capaz de hacernos pagar nuestros delitos, las pasiones humanas. La oscura conversación entre Martin Landau y su amigo rabino es una verdadera maravilla sobre estos temas, ligados inevitablemente a la existencia de Dios. La conclusión parece pesimista: no hay una instancia de justícia externa, uno debe hacer lo que pueda con su vida y sus decisiones.

La parte más cómica (de la que, por lo que leí en una entrevista, Woody no está muy satisfecho porque cree que es innecesaria y que quizá desmerece el film) la protagoniza él mismo y tiene buenos momentos pero no está a la altura de la otra.

Las tramas se acaban uniendo en un final genial (es un adjetivo atrevido, pero verdaderamente me lo parece), y la temática de la parte trágica es evidente que Woody la repetirá en el futuro, con más acierto (Match Point) y menos (Cassandra's Dream), respectivamente.