Ha habido que esperar hasta 2012 para volver a disfrutar del verdadero espíritu adolescente de los simpáticos protagonistas de American Pie, pero hay que decir que la larga espera ha merecido bastante la pena.

Muchas otras producciones hollywoodienses han intentado imitar la locura, el desenfreno, la fiesta y el descontrol con los que en su día nos sorprendió la primera entrega de esta saga, pero nada mejor que una continuación de la misma para hacernos revivir ese sentimiento de locura adolescente; un reencuentro de aquellos inolvidables personajes que marcaron un antes y un después en el mundo de las comedias adolescentes.

Parecía imposible que, tras tantos años, dichos protagonistas pudieran seguir manteniendo su gracia y su destacada personalidad, pero lejos de perderse, estas señas de identidad se consiguen incluso reforzar gracias a la madurez de un reparto que, en sus inicios, no era más que un puñado de adolescentes y que demuestran en este film una clara evolución que plasman a la perfección en los personajes interpretados.

Es más que obvio que el “humor tonto” adolescente propio de las primeras entregas no está tan presente en esta última producción, aunque no se puede negar el haber esbozado unas cuantas sonrisas en muchas de las continuas situaciones surrealistas que viven los graciosos personajes.

Y todo lo anterior acompañado de una banda sonora de lo más marchosa y cargada de recuerdos que ayuda más aun a conseguir una sensación de retroceso en el tiempo de la mano de los incombustibles personajes de la simpática saga de American Pie.