Sencilla, bastante cutre, con fallos frecuentes de guión y unas interpretaciones pésimas hacen del thriller de John Singleton una mera forma de pasar el rato echándose unas cabezadas delante del televisor.

Aburrida no es (ya solo faltaría eso), pero la verdad es que posiblemente estemos ante uno de los representantes del cine de espías más cutre de los últimos años. Ni siquiera la trama llega a cautivar o a motivar al espectador lo suficiente como para que éste siga viendo el resto del film utilizando toda su atención. El argumento es rebuscado, con mucho barullo de personajes y dobles identidades que al final acaban por cansar, y el final es demasiado simple para pertenecer al género del espionaje.

Todo eso sin contar con la horrorosa interpretación de Taylor Lautner, que parece incapaz de hacer algo más allá del “fenómeno Crepúsculo”, con el acompañamiento no mucho más brillante de Lily Collins, que no para de hacerse la víctima en toda la película. Unas interpretaciones que terminan de condenar la producción de Singleton a un segundo nivel dentro del género de los thrillers.

Una película absolutamente prescindible y, si acaso, para ver una vez por curiosidad, por el hecho de ser medianamente entretenida; pero para desechar inmediatamente después, ya que ni siquiera consigue ser todo lo impactante que debería ser un film de estas características.