No sabes que te encuentras frente al espejo negro hasta trascurridos veinticinco minutos de proyección e, incluso a partir entonces, su marchamo aparece sólo como una tenue insinuación.
Se trata de un thriller.

Cine negro duro, apasionado y visceral de los que parecen obligar a la trama a enredarse en una maraña que crece sin medida.
La intensidad y el suspense están asegurados.
La inquietud, también.

Sólo al final se rompe el espejo.