Sencillez argumental y rigor narrativo marcan la línea de una película austera en recursos pero convincente en la que, como tantas veces, M. Ozores ofrece una muestra de su peculiar estilo personal.
Dentro de la deliberada ingenuidad de la propuesta, el largometraje acredita sobrado sentido de la oportunidad así como un notable ejercicio de eficacia descriptiva no exento de ribetes costumbristas y análisis social siempre en un contexto desenfadado y de innegable comicidad.
Algunas situaciones poseen un alto grado de mérito humorístico y la estupenda interpretación de G. Morales confiere al film un valor adicional.