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Voto de Revista Contraste:
6
Comedia. Drama Después de estudiar durante varios años en Francia, Selma abre su propia consulta psiquiátrica en un popular suburbio de Túnez, justo después de que tenga lugar la revolución social y política de la 'Primavera árabe'. Allí tendrá que tratar con pacientes nuevos y adaptarse a los problemas ocasionados por sus diferencias culturales, reencontrándose con un pasado que creía haber dejado atrás. (FILMAFFINITY)
18 de septiembre de 2020
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Una historia de regreso a la patria de origen y a sus costumbres es terreno dramático fértil. Sin embargo, el caso de Selma, una psicoanalista afrancesada que instala su consulta en Túnez, donde nació, se cuenta en clave de comedia. O se intenta.

En su primera película, Labidi crea una atmosfera colorida y amable: clientes oprimidos, funcionarios torpes, diferencias culturales y familiares… un retrato social de la ciudad tunecina con afán de modernidad y arraigadas costumbres que no lo son tanto.

La pega de Un diván en Túnez es que la comicidad se confunde con la caricatura. Pretende hacer crítica social con una visión demasiado ingenua y poco profunda. Y no es por falta de posibilidades. La trama tiene todos los elementos para generar interés, pero están desaprovechados para crear el conflicto que se ha sembrado al principio.

Esa languidez en el desarrollo de la acción se contagia a un aspecto fundamental de la interpretación de la actriz franco-iraní Golshifteh Farahani (Paterson, 2016). A pesar de su cinematográfico rostro y su correcto trabajo, esa actitud pasiva no ayuda a su credibilidad como psiquiatra.

Con todo, es un film que se disfruta, aunque su trayectoria irregular no convenza a un espectador más exigente.

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Revista Contraste
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