Debo reflejar una vivencia personal. Al salir del cine y comentar la película con quien me acompañaba, me he dado cuenta de lo importante que puede resultar la predisposición con la que vemos una película. Parece que “Stoker” ha decepcionado mucho a los seguidores de películas anteriores de su director. En especial, se la ha criticado por la falta de tensión y suspense, y por la simpleza e inverosimilitud de la trama… Yo estoy totalmente de acuerdo con todo eso… Y sin embargo la peli me ha gustado bastante.

Desde luego, todos estamos de acuerdo en que la puesta en escena es sofisticada y llamativa. La apuesta por la exquisitez formal se hace patente desde los primeros planos. Imagen, color, sonido, fotografía, encuadres imposibles… Todo está pensado para fascinar al espectador. Pero, más allá de ello, no creo que la película deba verse como un thriller al uso. La película desprende humor negro e ironía por todos los lados, aunque parece que no todo el mundo lo ha sabido ver o, mejor dicho, valorar. Es como si a muchos espectadores no les gustase que les salten los patrones en lo que se refiere a determinados cineastas. O quizá es un problema de cómo se ha promocionado este film. En mi opinión, el espectador debe enfrentarse a “Stoker” como quien se enfrenta a una película de Tim Burton, sin pensar tanto en Hitchcock, ni en películas de terror al uso. Vista así, la película gana mucho. Las escenas del piano a cuatro manos, o de la ducha, que pueden resultar fuera de lugar, a mí me han parecido brillantes, y desde luego muy oportunas y acertadas.

Claro, hay escenas y situaciones absolutamente inverosímiles. Es sorprendente que los personajes vayan desapareciendo sin que a nadie parezca importarle demasiado (definitivamente, la Policía es tonta). Y es cierto que la peli no da “miedo”… Pero no creo que fuese ése el objetivo del director.

La película está llena de obvias referencias a grandes obras del cine clásico (“La noche del cazador”, “La sombra de una duda”, etc.), pero el director va más allá, hasta casi reírse de sí mismo (“¿acaso las flores eligen su color?”). Mia Wasikowska está genial, en eso parece que todo el mundo coincide. La actriz nos ofrece una composición llena de encanto, tensión y ambigüedad. Y, en mi opinión, Matthew Goode y Nicole Kidman están igualmente bien. Creo que ofrecen de manera muy eficaz ese punto paródico y caricaturesco que sin duda Chan-Wook buscaba.

En fin, una película muy divertida. Sólo hace falta aceptar el juego que el director nos propone y disfrutarla sin buscar tres pies al gato.