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España España · Barcelona
Voto de rober:
4
Drama Después de 15 años juntos, María y Boris se separan. Ella fue quien compró la casa en la que vive con sus dos hijas, pero fue él quien la ha reformado completamente. Ahora se ven obligados a vivir juntos allí, ya que Boris no tiene los medios para pagarse un alquiler. A la hora de hacer cuentas ninguno de los dos quiere dejar de lado lo que considera haber aportado. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me habían gustado mucho “Perder la razón” y “Los caballeros blancos”, y por eso tenía muchas ganas de ver la nueva película de Joachim Lafosse. Y por eso la decepción ha sido mayor, supongo.

Lamento no compartir los encendidos elogios que ha despertado este film. Valoro el estupendo trabajo de los actores y la puesta en escena tan teatral y claustrofóbica, pero nunca he llegado a empatizar con los personajes, ni he compartido su angustia. Igual es que en Francia es habitual que una pareja pase por una situación así, pero en mi entorno y hasta lo que yo conozco las separaciones no son de esa manera. Cuando la ruptura es inevitable y la decisión de separarse ya está tomada, pretender seguir viviendo bajo el mismo techo es un reto suicida al que nadie se quiere exponer. Conozco a parejas que lo han hecho por motivos económicos, pero siempre por circunstancias que no daban lugar a otra salida. Me refiero a parejas entrampadas por la crisis, en las que cada miembro está en el paro o como mucho es mileurista, sin ahorros, y que han de asumir que el precio de mercado de su vivienda apenas alcanza la mitad de lo que aún deben al banco. No es eso lo que se plantea en "Después de nosotros". La realidad de esta pareja no es tan desesperada como para pensar que no hay otra alternativa. He pasado toda la película pasmado, preguntándome por qué el marido no se iba con el dinero que su mujer le ofrecía, y con el que sobradamente podía buscarse un nuevo piso de alquiler, sin perjuicio de reclamar lo que creyese que además le correspondía. No me entra en la cabeza que en una separación el fin de la vida en común se condicione a la obtención de un acuerdo económico definitivo. Supongo que soy yo el que no acaba de captar la esencia de la película...

Con ello, y a diferencia de las películas anteriores del director belga, me ha parecido que la tensión estaba introducida de manera artificial, a partir de una premisa que no me llego a creer. Buena prueba de ello es la escena de la cena con amigos en el jardín, basada en una serie de frases estúpidas por casi todos los personajes. ¿Uno de los invitados le dice al marido que tome algo con ellos? ¿Y él acepta? ¿Para montar el número entre todos? Es cierto que las crisis matrimoniales dan lugar a reacciones infantiles e irracionales, y seguro que es eso lo que Lafosse quería reflejar, pero me ha parecido que no lo hacía con la suficiente habilidad como para resultar verosímil. Todos los momentos que relata la película me parecen forzados, buscados ex profeso por el director para provocar una tensión que a mí no me llega. He leído también que Lafosse quería representar con esta historia la lucha entre el capital y el trabajo, y si es así la idea tampoco me parece brillante. La ruptura de una pareja, y más si además hay hijos comunes, es una situación lo suficientemente dramática como para no necesitar más adornos, que restan más de lo que aportan. Espero que la próxima de Lafosse me guste más.
rober
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