La serie cinematográficamente es buena. Copia documentales similares sobre las durísimas pruebas de selección de los Navy Seals norteamericanos y otros cuerpos de élite similares, pero tiene ese punto de enganche extra por la cercanía de lo nacional. Probablemente demasiado estirada para 8 episodios, pero se disfruta y no aburre nunca. Pelayo se come la cámara desde su primera aparición, un tío que transmite valores de la cabeza a los pies. Pero el resto de mandos y candidatos tampoco se queda atrás. Mi aplauso para todos ellos.

El problema viene cuando a lo largo de toda la serie, no paro de pensar en cómo estas personas viven por y para unos ideales en los que sus jefes se orinan todos los días. En cómo un GEO cobra 28K Eur de sueldo base mientras tenemos a parásitos indeseables en nuestros órganos de gobierno, gentuza que no ha trabajado en su vida, cobrando 125K Eur anuales por intoxicar nuestro país con sus odios separatistas (por nacionalidades y sexo), a los que pagamos por defecarse dialécticamente de manera constante en nuestra patria, nuestra identidad y nuestra bandera. Esta clase de personajes son los que deciden a dónde y a qué van los GEOS, los "ministres" de este mundo, que luego les dan instrucciones explícitas de no repeler los ataques vandálicos de las CUP o no reaccionar mientras les tiran ácido los asaltantes de la valla en Melilla, etc.

Para esto preparamos a estos héroes, para que luego sean la herramienta caprichosa de una clase de corruptos sinvergüenzas dedicados al latrocino y al expolio del país en su propio beneficio. Imagino que para buena parte de nuestro gobierno actual, este documental será una pieza de masculinidad tóxica no inclusiva y heteropatriarcal. Ojalá mandaran a todos esos equipos de asesoras enchufadas a primera línea de Afganistán, a poner puntos morados y mandar tweets contra los talibanes.

Toda esta amarga realidad política despierta, si cabe, aun mucha más admiración por estas personas tan únicas dedicadas de forma vocacional a servir a nuestro país. Hay que tener más moral que el Alcoyano para tener esa convicción de servicio en los tiempos que corren. Y es que poco ha cambiado en el alma de nuestra querida España en estos 800 años desde los tiempos de Alfonso VI y el Cid. Aplíquese con toda validez, el título de esta reseña.