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España España · Barcelona
Voto de reporter:
7
Thriller. Drama El día en que Juan (Alberto Ammann) empieza a trabajar en su nuevo destino como funcionario de prisiones, se ve atrapado en un motín carcelario. Decide entonces hacerse pasar por un preso más para salvar su vida y para poner fin a la revuelta, encabezada por el temible Malamadre (Luis Tosar). Lo que ignora es que el destino le ha preparado una encerrona. (FILMAFFINITY)
2 de noviembre de 2009
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez que Daniel Monzón se sumerge en el mundo carcelario. Buena parte de la acción de ‘El robo más grande jamás contado’ transcurría entre barrotes, eso sí, desde un tono muy diferente al que hoy nos atañe. Algo que por otra parte ilustra muy bien la carrera de un director que hace del constante cambio de género entre proyecto y proyecto uno de sus estandartes. Así, si con la preparación del robo del Guernica se nos mostraba una visión de las cárceles cómica y obviamente bastante poco fidedigna, todo lo contrario sucede con ‘Celda 211’, película trepidante que se apoya en su casi inquebrantable realismo para inyectar en el patio de butacas terror y adrenalina en estado puro.

Consciente de las exigencias del guión, es de agradecer que Monzón vaya directo al grano. Las presentaciones son escuetas pero suficientes y sin casi sin enterarnos, ya nos veremos envueltos en el terrible sublevamiento. A partir de ahí, el peor día en la vida de Juan; las horas más largas sufridas por el cuerpo penitenciario; el -sanguinario- momento de gloria de los reclusos... llámese como se quiera, pero todo ello se traduce en un formidable e intensísimo espectáculo. Viendo el entorno y las circunstancias que envuelven la historia, podría pronosticarse que el filme va a ir por los derroteros del retrato social o de la crítica política. Efectivamente nos encontramos con estos elementos, pero al fin y al cabo, todo apunta a algo más puro; más simple, pero no por ello más fácil de llevar a cabo. De lo que se trata aquí es de entretener al espectador agarrándole del cuello, sin apenas darle tregua.

El mérito de que este objetivo se cumpla (buena prueba de ello es que las casi dos horas de metraje se hacen efímeras) está compartido a partes iguales por el sólido guión y la cada vez más experta tarea -en lo técnico y lo artístico- de Daniel Monzón como realizador. El texto basado en la novela de Francisco Pérez Gandul y firmado por Jorge Guerricaechevarría y el propio cineasta sabe jugar muy bien sus cartas, asfixiándonos cada vez más, dibujando muy bien a los personajes y, salvo algún detalle algo cogido por los pelos, consigue que la trama avance sin vacilar y sin fisuras destacables. Por su parte, Monzón da sentido a este monumental caos, planificándolo, estructurándolo y sobretodo retratándolo sin ningún tipo de rubor para acabar confirmando que (a pesar del torpe uso de los flashbacks, que más que dar respiro, cortan el innegablemente excelente ritmo narrativo) estamos ante una gran película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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