Apoteósica clausura del Festival de Sevilla con la última película de Kenneth Branagh, en la cual relata sus recuerdos vividos cuando tenía nueve años en una Irlanda del Norte muy pobre y envuelta en unos tremendos disturbios entre católicos y protestantes. Una mirada muy personal e intima a aquella época.

Estamos en 1969, Buddy es un niño de nueve años que vive con su padre, su madre y un hermano mayor en una calle de clase trabajadora en Belfast. Su padre trabaja en la construcción en Inglaterra y vuelve a casa algunos fines de semana, sus abuelos viven cerca igual que muchos primos y amigos. Todos en el barrio se conocen de toda la vida y funcionan como una gran familia.  Pero los disturbios comienzan cuando los protestantes aparecen atacando violentamente las casas y tiendas de los católicos.  Se improvisan unas barricadas vigiladas en las calles para poder defenderse...

Todo esto visto desde la inocencia de un niño resulta confuso y tampoco la idea que tienen sus padres de abandonar el lugar parece que le convenza, este conflicto religioso duraría treinta años más y hubo miles de muertos en las revueltas. Mientras el joven Buddy comienza a tener una gran pasión por las películas que contempla en cine y televisión.

Branagh evita hablar del terrorismo, y las implicaciones políticas son veladas, tampoco se recrea en la pobreza y las dificultades de salir adelante, ya que está todo contemplado desde los ojos del pequeño Buddy, un auténtico roba escenas interpretado por Jude Hill. Otra gran revelación sin dudar es Caitriona Balfe que interpreta a la madre que todos querríamos tener. En otro plano tenemos al soso de Jamie Dornan y a dos de los grandes que son Judi Dench y Ciaran Hinds como los abuelos.

Rodada con un exquisito blanco y negro, la fotografía es impecable y es toda una carta de amor a la ciudad en la que nació y a su infancia. Un cineasta que como actor y director ha demostrado muy bien su implicación en el séptimo arte. Una pequeña joya que se estrenara el 28 de enero de 2022.
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