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España España · Madrid
Voto de Luth:
7
Thriller Un mafioso de Kansas que se dedica al tráfico de drogas y a la prostitución utiliza como tapadera una fábrica de carne; pero las cosas cambian cuando el duro Nick llega a la ciudad. (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es lo mismo la vida carnal que la vida de la carne. En Carne viva, título original: Prime Cut (cuya traducción y sentido no tienen nada que ver con su título comercial en España, puesto que se refieren al corte de carne de primera, el que supuestamente daría un buen restaurante, creo que se me entiende) vemos una evolución, el concepto de vida humana en tres fases, que pasa de la carne muerta (la película empieza con un crimen de unos mafiosos en EE.UU. que introducen el cadáver en salchichas de unas empresa charcutera), pasando por la carne viva comercializada, es decir no está del todo "viva" al tratarse de chicas muy jóvenes brutalmente tratadas como mercancía que literalmente se venden en una subasta clandestina de la América profunda y termina con la liberalización de las chicas (aparte de la resolución de la trama que luego detallaré) que consiguen convertirse por fin en carne viva. Se está "muerto" literalmente en la primera fase, muerto en la segunda metafóricamente hablando y vivo en la tercera cuando la vida humana adquiere dignidad. La carne es una especie de metonimia o icono, como cada cual quiera interpretarlo.

Pero la versión española va más allá porque se centra en el estilo tanto argumental como cinematográfico. En efecto la película narra una historia muy cruda, con situaciones de dolor físico y psicológico que ponen a los personajes en "carne viva". Y también al espectador ante el espectáculo de tanta rudeza y violencia sin compasión.

Y qué mejor que elegir a dos actores perfectos para recrear esta atmósfera como son Lee Marvin que hace del agente Nick del FBI, tan áspero que ni besa a la chica rescatada, interpretada por Sissy Spacek cuando el momento lo requiere (un hombre duro pero moralmente intachable que salva literalmente de la garras de los abyectos mafiosos a la chica y se genera una inevitable relación personal contra natura: no pegan como seres humanos pero las circunstancias provocan una situación romántica) y por otro lado, Gene Hackman que hace del jefe mafioso, de nombre Mary Ann (curioso, es nombre que asociamos más a mujer que a hombre, aunque esto no parece tener ninguna trascendencia en el relato).

Duelo interpretativo inmejorable entre estos dos colosos para esta cinta de 1972 firmada por Michel Ritchie que lo mismo te hacía una peli tan pulp y setentera como esta que comedias puras y duras.

En Carne viva asistimos a una historia de cine noir ambientada el el contraste entre el entorno rural del personaje de Hackman y el urbano de Marvin. Hackman se mueve en granjas, campo, chicas que se exhiben entre paja, animales, comidas de hermandad sin finos modales y Marvin en la ciudad, en cafeterías, en restaurantes de cierto nivel, en la ciudad. No pensemos que la historia tenga alguna toma de partido entre estos dos hábitats porque uno sea es de los villanos y el otro el de los buenos. Solo es una forma de generar un antagonismo visceral entre los contendientes. Son personajes distintos en todo salvo en la rudeza.

En esta película el erotismo que generan los desnudos, bastante explícitos como no podía ser de otra manera, de las protagonistas añade aún más crudeza a esta "carne viva". El espectador no recibe dichos desnudos como algo estético o erótico sino como parte de una historia truculenta, epatante.

Lee Marvin, cuando invita a cenar a la chica, la lleva con un vestido casi trasparente a un refinado salón donde otros comensales no disimulan su mirada escandalizada y Marvin aprovecha su gestualidad implacable para afianzar que la chica es moral y digna por el hecho de ser persona, sea cual sea su atuendo. Son las miradas puritanas el escándalo, no la chica.

Película, en resumen, muy recomendable por su mensaje, por su agilidad y por su corto metraje, no llega a hora y media (86 minutos) de narración trepidante. Ritchie va al grano y es de agradecer.
Luth
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