Haz click aquí para copiar la URL
Voto de FILMoFAN:
9
Drama En 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuatro jueces, cómplices de la política nazi de esterilización y limpieza étnica, van a ser juzgados en Nuremberg. Sobre Dan Haywood (Spencer Tracy), un juez norteamericano retirado, recae la importante responsabilidad de presidir este juicio contra los crímenes de guerra nazis. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La frase: Un juez no hace las leyes de su país, hace que se cumplan

La escena: Maximilian Shell:
¿Es consciente de que la esterilización no fue inventada por el nazismo?, le leo… “…para evitar que nos veamos sumergidos en la incompetencia, es mejor para todo el mundo, si en lugar de ejecutar a los hijos de los degenerados por un crimen la sociedad puede impedir su propagación por medios médicos, tres generaciones de imbéciles es suficiente” (dictamen del tribunal supremo del estado de Virginia que respalda la esterilización, escrito por Oliver Wendell Holmes)

El momentazo: La defensa de Maximillian Schell cuando extiende la culpabilidad de los crímenes cometidos a muchos países y personajes y lo hace con maestría y elocuencia
La actuación: La de Maximillian Schell y la de Burt Lancaster y el contraste entre un abogado enérgico y vehemente y un acusado tranquilo, que tras estar callado toda la película cando habla es para poner los puntos sobre las “íes” y terminar con el asunto.

Una obra maestra de Stanley Kramer lograda principalmente por el espléndido y trabajadísimo guion y por una verdadera competencia de actuaciones de varios de los grandes, un Burt Lancaster que se despoja de todo su “americanismo” y se ve más alemán que los alemanes, que al principio no habla pero cuando empieza a hacerlo impone una autoridad que se palpa en el ambiente, su honradez descomunal desarma hasta a su brillantísimo abogado; un Richard Widmark cuya vehemencia como fiscal es la de un potro salvaje pero que además aporta ideas brillantes; un Spencer Tracy encarnando el dificilísimo papel de un juez sencillo y provinciano que desea ante todo hacer justicia en un momento claramente marcado por el interés por restañar las heridas del conflicto, su papel es hasta cierto punto trágico; que decir de un Montgomery Clift cuyo personaje conlleva el retraso mental; una Judy Garland que nos desgarra el alma o una Marlene Dietrich en ese papel ambiguo que tal bien interpretó siempre de victima-villana y, hay que decirlo, por encima de todos los monstruos un Maximillian Shell que aun joven se regala con una actuación que con total justicia le deparó el Oscar, su papel es el del abogado que debe defender con inteligencia, argumentos y hasta juicios morales a personajes que son claramente culpables de las acusaciones, su actuación es una clase maestra de lo que debería ser un abogado, vehemente pero respetuoso, brillante y elocuente a mas no poder, su disertación sobre quienes fueron los culpables compartidos del horror de la guerra es de una fuerza épica. Son más de tres horas que pasan volando y aunque el tema por necesidad es duro y hasta desagradable la película es agradable de ver además de conmovedora, emotiva y reflexiva, nos crea todo un cúmulo de dudas sobre temas de los que creíamos estar muy seguros. En un siglo en el que el mundo parece regresar al triste modelo países buenos-países malos, gente buena-gente mala, amigos-o-enemigos, ideología antes que razonamiento y linchamiento y guerra antes siquiera de hablar, ésta es una película que nos regresa un poco a la cordura y la sensatez.
FILMoFAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow