Recuerdo que la primera vez que vi esta película estaba en el instituto, y me impactó ya que uno se sentía en cierto modo identificado con esa vida alocada y rebelde. Creo que todos los adolescentes hemos tenido ese punto de querer romper las reglas e imponer la verdad que cada uno tiene; eso sí dejando de lado el tema de las drogas que trata el film y centrado en el personaje. Porque al fin y al cabo, un adolescente es rebelde por naturaleza, y el tiempo irá transformándolo gracias a preocupaciones y responsabilidades.
Scott Kalvert dirige muy bien este drama que retrata la vida de un joven que con el paso de los años se convertiría en un poeta maldito de Nueva York. Un joven criado en un barrio humilde que lo atrapó y le rebajó a lo máximo que se puede rebajar a una persona. Un barrio que estuvo apunto de acabar con él, pero del que consiguió sobreponerse y convertirse en un ídolo de masas.
Leonardo DiCaprio da vida a este poeta en los años de instituto. Unos años donde sin saberlo, sus pensamientos quedaban reflejados en un papel que años después tomaría otras dimensiones. Su interpretación es fantástica, y nos regala a un joven deportista que se mete en el mundo de la droga, y desaparece en una espiral de sucesos que solo buscan la finalidad de conseguir más droga. Un joven que desperdició varios años de su vida debido a que el ritual de drogarse le tenía hipnotizado.
Le película funciona bien y engancha. Es cierto que cuenta con momentos que la historia decae un poco, pero rápidamente remonta gracias a un giro dramático y a la interpretación de su protagonista.
Junto a él, un también joven Mark Wahlberg interpreta a su mejor amigo. Y tres grandes actores aportan su grano de arena interpretando papeles secundarios. Bruno Kirby, Lorraine Bracco y Ernie Hudson forman parte de un reparto que funciona muy bien.
En fin, "Diario de un rebelde" es un película que he visto numerosas veces; y aunque es cierto que ese impacto que me causó en la adolescencia no es el mismo ahora (tal vez sea que he madurado); sí que debo decir que la película sigue enganchando y se disfruta. Uno observa impasible la caída en picado de ese joven que tenía un futuro prometedor en el deporte, y que arrastra a su familia y amigos con él.