Nos encontramos ante una película que crea más expectativas de las que realmente debería tener, y ahí es donde está el verdadero problema. Uno al verla se da de frente con la realidad.
La película está bien. Tiene una trama que engancha (aunque algunas veces se enreda más de lo debido). Las interpretaciones son correctas. Cuenta con una fotografía aceptable. Todo está bien. Pero no llega a ser bueno del todo, y encima uno antes de comenzar la película piensa que va a ver el film del año. Ahí se comete el error.
Ridley Scott se inmiscuye en esta ocasión en una lucha armada entre el mundo occidental y el islámico. Para que esta aventura se haga más interesante nos recorre medio mundo con su trama y junta a dos grandes estrellas.
Leonardo DiCaprio vuelve a hacer un buen trabajo (sigo pensando que a este chico no se le valora), y se come con patatas a un sosísimo Russell Crowe (sigo pensando que a este chico se le valora demasiado). Ambos son los cabezas de esta trama que en algunos momentos se enreda tanto que ya no sabes ni quienes son los malos, ni quienes son los buenos, ni en que país estás, ni nada.
Es cierto, que la película cuenta con momentos soberbios que hacen que te quedes con la boca abierta. Pero el gran problema creo que lo tiene el guión que se enreda en sí mismo. Se le da tantas vueltas a todo, que uno pierde en cierto modo el interés.
No obstante hay que reconocer que la película entretiene y uno pasa un buen rato. Es una lástima que yo tuviera ese concepto previsualización.
En fin, película que fue todo un éxito de público en taquilla, y que aunque resulte en ciertos momentos tediosa, hay que reconocer que la trama atrae y engancha. Uno dentro de todo ese lío de guión puede sacer una historia por la lucha de la libertad, en el que los malos no son tan malos, y los buenos no son tan buenos.