Suele pasar que alguna vez te metes en un cine, te ves una película y al acabarla sales totalmente desengañado por las buenas expectativas que pusiste en ella. Esto es mucho más común de lo que se desearía. Pero cuando esto sucede, hay ocasiones en las que al despertar al siguiente día, resulta que como por arte de magia tu juicio pegó un giro de 180º y descubres que aquello que te decepcionó la noche anterior, al recordarlo lo sientes interesante. Sería algo así como que la película es mucho mejor en la memoria que en el directo. Todo esto lleva a pensar que quizás nos precipitamos al colocar un voto justo tras el disfrute. Una película necesita su meditación.


De igual manera pasa al contrario. Revisando mis votaciones me tropecé con un 7 a "Adiós pequeña, adiós". Durante unos segundos pensé; ¿Me habré equivocado al puntuar?; ¿siete? ni de coña...
No creo que me equivocase. Lo que ocurre es que en caliente, al momento de puntuarla, me dejé llevar por el rato que supongo me entretuvo. Pero ahora en la meditación soy capaz de ver que este thriller no es más que un simple bulto dentro de su género. No tiene absolutamente nada que la haga destacar; ni una sola imagen que permanezca especialmente en la memoria; ni una frase con la que desentone; ni una escena para el recuerdo. Es un simplón, es carne de cañón alabado por ser "la primera película de... ". Porque aunque parezcamos severos y cabrones valorando, en el fondo nos sentimos generosos cuando se trata, por ejemplo, de un país poco habitual ó (como en este caso) de un debut tras la cámara.


"Adiós pequeña, adiós" es aquella misma historia que nos han contado en infinidad de veces pero con un insuficiente Casey Affleck poniendo el careto en lugar del siempre acertado Morgan Freeman.