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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
8
Western. Drama William Munny (Clint Eastwood) es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega (Morgan Freeman) y de un joven inexperto (Jaimz Woolvett), Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta. (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eastwood y su mirada desengañada, aprehensiva, apagada en su propia bronca. Un extraño que de pronto debe recordar lo que fue, lo malvado que ha sido, y como hacer vivas esas viejas sensaciones. Compañeros de aventuras, montaje clásico para un western...clásico y no tanto, puesto que lo que se venía concretando en tanto historia convencional de golpe y porrazo da vuelta como una tortilla, y a la par de ella su guión, aparentemente tradicional.

La historia se inicia con una trifulca, dos matones que meten la pata y un deseo de venganza por parte de algunas prostitutas, hartas de ser menos preciadas y maltratadas. La noción de la prostituta fiel y encantadora se hace palpable a los pocos minutos de empezar la peli: el primer estereotipo del western ha cobrado vida. Luego la trama se reorienta hasta los pagos de los buenos de turno: nada de buenos, verdaderos aunque otrora malhechores que sienten la necesidad de aceptar un negocio, aún teniendo que soportar la efervecencia de antiguas culpas. Tomas panorámicas, planos generales y una fotografía superlativa hacen de este western post moderno una oferta para aceptar.
Pero ocurre algo más, se genera un echo trascendente y la trama...vira en su dirección. Este viraje no es impensado teniendo en cuenta la cantidad de celuloide gastada para desarrollar la conducta de Bilito: uno de los sheriffs más desalmados que ha dado un western. Entonces las antiguas culpas parecen lavarse entre lluvia y lluvia. Solo la venganza sigue viva pasados los tres cuartos de película y parece ser que el héroe se despojara en las últimas instancias de ese aura de humano carrasposo para poder transformarse, ahora sí, en esos viejos héroes inmaculados más propios del western clásico. Aquí es donde esas viejas tablas de moralidad incorrumpible trastabillan. A veces no es bueno ser lo uno fue...exceptuando ciertas circunstancias.

Eso sí, a no olvidar: Sin Perdón alterna lo viejo y lo nuevo. Por más clasicismo injertado la obra inicia y culmina como lo que es: un producto de su tiempo.
Juan Rúas
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