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Voto de nahuelzonda:
9
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22 de octubre de 2016
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los amigos de Eddie se han quedado estáticos: no responden, no saben, no contestan.
- Pero, ¿es que todavía no se da cuenta?
“Eddie, tu persistencia de torpe caballo quiso verte rutilante hampón, tu sueño dorado te soñó trajes de ocasión y mujeres de dorada envoltura. Eddie, siempre insuficiente, bravucón que rematan en subasta, capitán sin barco, sombra de la sombra, cauteloso protector de la villanía.
Eddie, hacia tus amigos arrojaste el vestigio final de toda esperanza, fue tu vida el equívoco vaso sostenido en alto, la absurda permanencia de los cretinos que no llevan nombre, el homenaje lisonjero, la algarabía incesante a favor de los traidores.”
- Eddie, amigo fiel, te juro, en el cielo de los humillados ya no llevarás correa.
“Los amigos de Eddie Coyle” es una película bisagra, la rara joya, misteriosamente sepultada en las sinrazones del celuloide. Cumbre del cine policial norteamericano e imitada hasta la saciedad: Anticipo inspirado de “Mátalos suavemente” de Andrew Dominik (ambas películas son obras basadas en novelas del mismo autor: George V. Higgins), punto de quiebre y de influencia para Kathryn Bigelow (el robo al banco de “Point Break” y su épica de las caretas presidenciales le debe más de un reconocimiento), certera inspiradora de la película “Donnie Brasco” de Mike Newell (aunque debo admitir que mi sensibilidad se rinde y declina a favor del talante exhausto de Robert Mitchum que por el bien del histrionismo afectado de Al Pacino).
Peter Yates fue un arquitecto de eficaz envergadura, un director de fuertes tintes existencialistas y de hondo calado dramático que ya había dirigido la extraordinaria “Bullitt” con Steve McQueen. Pero “Los amigos de Eddie Coyle” es su obra mayor, los cristales rotos e inoportunos de la amistad rematada.
- Eddie, amigo fiel, te juro, en el cielo de los humillados ya no llevarás correa.
- Pero, ¿es que todavía no se da cuenta?
“Eddie, tu persistencia de torpe caballo quiso verte rutilante hampón, tu sueño dorado te soñó trajes de ocasión y mujeres de dorada envoltura. Eddie, siempre insuficiente, bravucón que rematan en subasta, capitán sin barco, sombra de la sombra, cauteloso protector de la villanía.
Eddie, hacia tus amigos arrojaste el vestigio final de toda esperanza, fue tu vida el equívoco vaso sostenido en alto, la absurda permanencia de los cretinos que no llevan nombre, el homenaje lisonjero, la algarabía incesante a favor de los traidores.”
- Eddie, amigo fiel, te juro, en el cielo de los humillados ya no llevarás correa.
“Los amigos de Eddie Coyle” es una película bisagra, la rara joya, misteriosamente sepultada en las sinrazones del celuloide. Cumbre del cine policial norteamericano e imitada hasta la saciedad: Anticipo inspirado de “Mátalos suavemente” de Andrew Dominik (ambas películas son obras basadas en novelas del mismo autor: George V. Higgins), punto de quiebre y de influencia para Kathryn Bigelow (el robo al banco de “Point Break” y su épica de las caretas presidenciales le debe más de un reconocimiento), certera inspiradora de la película “Donnie Brasco” de Mike Newell (aunque debo admitir que mi sensibilidad se rinde y declina a favor del talante exhausto de Robert Mitchum que por el bien del histrionismo afectado de Al Pacino).
Peter Yates fue un arquitecto de eficaz envergadura, un director de fuertes tintes existencialistas y de hondo calado dramático que ya había dirigido la extraordinaria “Bullitt” con Steve McQueen. Pero “Los amigos de Eddie Coyle” es su obra mayor, los cristales rotos e inoportunos de la amistad rematada.
- Eddie, amigo fiel, te juro, en el cielo de los humillados ya no llevarás correa.