6 de septiembre de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es tan conmovedora que cuesta volver a la realidad después de verla. Crea una adicción a recomendarla con entusiasmo y a elogiarla en cada ocasión. Algo poco usual en el cine contemporáneo. La dureza de la realidad que muestra el penitenciario es mostrada sin ningún tapujo por parte de Darabont, en contraste con escenas tan bellas como poéticas.
Pese a que el film posee una gran carga dramática, en ningún momento cae en la sensiblería, logrando plasmar el drama y la emoción con gran elegancia y sutileza.
El delicado estudio de los personajes, sus diálogos, el halo mágico que despierta el personaje de Tim Robbins y otros grandes aciertos hacen de este film un gran merecedor de estar en el selecto club de las grandes obras mestras del cine.
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