Nos sitúan los directores en uno de los tristemente célebres vagones del horrror camino de Auschwitch, lleno de gente corriente de toda edad y condición salvo una: el estigma de ser judíos.
Toda la acción transcurre en ese paulatinamente sucio e inmundo vagón, y gracias a unos cuantos flash backs del pasado de varios de sus ocupantes nos oxigenan de ese ambiente terrorífico.
Como en casi todas las situaciones desesperadas de la vida, aparecen distintas actitudes ante lo inevitable: la resistencia, la resignación, la desesperanza.
Todos sabían a lo que se enfrentaban, y algunos niegan la evidencia como vía de escape, o de humanidad. Algunos momentos son duros de ver, aunque no es una de las películas más cruentas que he visto sobre el tema. Es interesante y es alemana, lo que en mi modesta opinión le otorga mayor interés; no escatima ni escurre el bulto -por otra parte, imposible de hacer- de la barbaridad que se perpetró en ese campo de concentración como fábrica del mal en aras "a la solución final".
Nota: 6,35.