Ya lo decía el gran Billy Wilder. Yo recomendaría esta película, sobre todo por el excepcional trabajo del gran actor Charles Laughton, que encarna a un amorfo Quasimodo. Los minutos en los que aparece son, sin duda, los mejores, especialmente el último tramo del film en que adquiere gran protagonismo.

Es increíble el fantástico trabajo de maquillaje conseguido, teniendo en cuenta la fecha de la película, 1939. Cinco horas de sesiones de caracterización eran necesarias para crear la deformidad del cuerpo del Jorobado, algo a lo que este excepcional actor (el mejor para muchos) responde con una actuación atormentada y conmovedora, no exenta de una parte oscura y llena de agilidad física. Su NO nominación al Oscar de mejor actor en ese año fue toda una injusticia.

Pero la película tiene más elementos que Laughton/Quasimodo. Es posible, como se afirma, que el paso del tiempo le haya afectado, algo por otra parte, lógico en una obra de más de 70 años. Quizá algunos aspectos de su trama, demasiado maniqueísta, o un carácter religioso muy acentuado, así como un alargue en su duración puedan ser pequeños factores en contra.

No obstante, sus virtudes son mucho más destacadas y cuantiosas.
Además del ya citado Laughton, podemos destacar las impresionantes escenas de masas, rodadas con gran pericia, o los magníficos decorados, entre los que destaca la estupenda reproducción de la plaza del siglo XV que rodea a la Catedral de Notre Dame, en la que se emplearon nada menos que 25.000 $, del total de 1.826.000 $ de presupuesto.

A ello se añade una Maureen O´hara bellísima, quizá demasiado bella para el papel, que pone el contrapunto a la fealdad de Quasimodo, no sin reminiscencias a La Bella y La Bestia. Por cierto, fue descubierta por Laughton, al que al parecer se maravilló al verla, ofreciéndole siete años de contrato con su productora Mayflower. Pero eso es otra historia.
La recreación de la época medieval está retratada con gran realismo, en la que no se escatima en sacar a relucir sus espeluznantes métodos de castigo para acusados (latigazos, picota, horca). Las extremas diferencias sociales entre clases son la base para la crítica hacia las tremendas desigualdades de la época, que tampoco falta.

Al decir de muchos, es la mejor adaptación de la novela de Víctor Hugo.
En cualquier caso, como otras muchas maravillas del milagroso estudio RKO, merece mucho la pena su visionado. Inolvidable Laughton.