Argumento: un cipote deja a su novia porque se aburre y quiere salir de fiesta todos los días. Como compañero de juergas tiene un amigo más tonto que él. Conoce a una belleza argentina con la que intentará ligar. Interesante, ¿verdad? Pues no, el guión no lo firma Bart Simpson, ya nos gustaría, pues las bromas tendrían algo de gracia.
El director de “Vaya semanita” intenta aquí otro de sus sketchs, sólo que alargándolo unos insufribles 80 minutos.

Puede provocar alguna que otra sonrisa (la escena del pasillo inspirada en “El resplandor”) pero la mayor parte del tiempo va detrás de la risa fácil (las patochadas de la Osa Mayor, los pesadísimos consejos del tío, los pescados que le caen encima,…).
Las subtramas como la del tío anticuado con la madre (rescatar a Óscar Ladoire para esto), el gavilán argentino, el primo ligón (qué manera de desaprovechar a Ernesto Sevilla) son de una profundidad que ni Tamara del “No cambie”… La evolución tanto del argumento como de los personajes brillan por su ausencia.

En su ideal de proyectar humor, recurre al insulto gratuito, menospreciando a Bunbury (aunque se diga que se compensa porque a ella le gusta, no es cierto, no se compensa). O quizá es la única manera que se les ocurre de llamar la atención. Pobre recurso y peor inventiva.
En definitiva una comedia que intenta ser divertida, pero con unos resultados muy mediocres. Mal camino lleva la comedia española con una elaboración tan pobre.