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España España · Barcelona
Voto de polvidal:
10
Terror. Intriga. Fantástico Laura se instala con su familia en el orfanato en el que creció de niña. Su propósito es abrir una residencia para niños discapacitados. El ambiente del viejo caserón despierta la imaginación de su hijo, que empieza a dejarse arrastrar por la fantasía. Los juegos del niño inquietan cada vez más a Laura, que empieza a sospechar que en la casa hay algo que amenaza su familia. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2007
28 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último grito en críticas deconstructivas consiste en comparar ‘El orfanato’ con ‘Los otros’ con la única argumentación de que ambas películas se desarrollan en un siniestro caserío poblado de fantasmas. Si a ello le sumamos las supuestas similitudes interpretativas entre Belén Rueda y Nicole Kidman ya tenemos la mejor forma de dejar por tierra un filme sin ningún tipo de razonamiento lógico. Cabe recordar que lo mismo le sucedió a Amenábar cuando todos se empeñaron en calificar de copia de ‘El sexto sentido’ a su penúltima obra, al menos en lo que a final rocambolesco se refiere.

Las influencias son evidentes y las comparaciones, odiosas, porque, puestos a comparar, casi prefiero quedarme con la ópera prima de Bayona que con ‘Los otros’, quizá porque la moda del terror psicológico terminó por aburrirme. ‘El orfanato’, en cambio, es el miedo en estado puro. Estamos de acuerdo en que no hay nada mejor que sugerir antes que evidenciar en imágenes, pero el pavor que desprenden algunas escenas de la película protagonizada por Belén Rueda no logra provocarlo la de Amenábar. Al fin y al cabo con el cine de terror lo que uno espera es saltar de la butaca. Y son más de uno los brincos que uno pega con ‘El orfanato’.

Un niño con una terrorífica máscara en la cabeza inicia la sesión de escenas dignas de sufrir. Las risas nerviosas se acumulan en la sala de cine. Minutos más tarde, el que sin duda es el momento más escalofriante del filme, protagonizado por una siempre acertada Montserrat Carulla. Así hasta completar cuatro o cinco escenas de gran sobresalto envueltas en un halo de misterio. Un misterio provocado, no solo por las apariciones fantasmales, sino estimulado con impresionantes movimientos de cámara como el picado con el que acompañamos a Belén Rueda en silla de ruedas.

Pocas veces resulta tan gratificante compartir espacio con combos de palomitas y litronas de Coca-cola. El murmullo que acompaña a algunas escenas del filme en la sala de proyección evidencia que ‘El orfanato’ es capaz de contener la respiración de toda una platea. Un ejemplo: Laura juega al ‘un, dos, tres, pica pared’ y la cámara acompaña cada uno de sus giros con una tensa panorámica. En raras ocasiones había visto una implicación mayor de los espectadores en una película que desde luego absorbe de principio a fin.

El tempo de la cinta no decae en ningún momento, salvo algunas reiterativas escenas de transición basadas en columpios autosuficientes y puertas semiautomáticas. Puede que algún momento sea más prescindible que otro, como la aparición como médium de Geraldine Chaplin, pero aún en este caso, la escena resulta impecable y perturbadora. Como le sucede también a una fotografía impropia del cine patrio. O como impropia resulta también la interpretación de una Belén Rueda que, lejos del costumbrismo de ‘Los Serrano’ logra bordar de forma natural el desgarrador papel de una madre enloquecida por la pérdida de su hijo enfermo.
polvidal
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