Voy a empezar por lo que menos me ha gustado, para terminar con lo positivo de la película, porque me gustaría que si alguien lee esta crítica, sin haberla visto, se le despierte el interés por verla, con la conciencia de que no les engaño y les oriento a ver algo que vale la pena, aunque sin exagerar. Es demasiado dulzona en la exposición de los hechos de un ambiente que, seguro, es mucho más cruel con la homosexualidad y todo lo que pueda relacionarse con ella. Además no me parece bien que no haya ninguna insinuación a alguna relación con algún hombre, solo se limita a una especie de amor platónico con un compañero de campamento. Por lo demás, si el cine tiene que ser un espectáculo de imágenes y sonidos, esta película alcanza la categoría de buen cine. Te gustará o no el tema, pero hay que reconocer que el director ha sabido encontrar las imágenes adecuadas para contarnos cada secuencia de esta vida, basada en una vida real. La fotografía, en exteriores o en interiores, es perfecta, con una iluminación que hace resaltar los elementos que forman parte de la historia: maquillaje, pantalones de deporte, camisetas, torsos desnudos, árboles (estamos en Tailandia) y me parece muy acertado utilizar imágenes, en especial de los entrenamientos, como sombras recortadas en un paisaje, al mismo estilo de las hermosas sombras del teatro tailandés. El montaje es extraordinario, especialmente en las peleas de boxeo tailandés, dándonos a entender solo con imágenes cuales son las reglas de este deporte, mientras nos hace disfrutar de la intensidad que sin duda este deporte posee.