Acabo de salir del cine, y no me cabe mayor asombro ante el espectáculo visual, pirotécnico, ultra-violento, psicotrónico y circense al que acabo de asistir. Que un señor de setenta años, haya firmado la versión más cruda de toda la saga en una época de maximización de costes, (y censura) con elementos ultra freaks, es cuando menos encomiable y un ejercicio de valentía punk.

Ésta reinvención es quizás la más equilibrada de las cuatro epopeyas apocalípticas, una especie de redención a su tercera parte, (La Cúpula del Trueno, 1985) película que el tiempo ha sabido poner en su lugar: no era un prodigio, pero afianzó la estética postapocalíptica.

George Miller ha conseguido plasmar el guión original mutándolo para las nuevas audiencias: influencias de videojuegos que a su vez copiaban a las películas originales, (Fallout, Borderlans, Rage...) del culto a la sangre, se ha pasado al culto a la sexualidad, (ninfas directamente sacadas del catálogo de Nubiles y Victoria's Secrets). Con un villano, Immortan Joe que evoca por momentos al barón Vladimir Harkonen, aunque sintiendo algo desaprovechada su imponente presencia.

Mad Max no es el prota, aquí está lo mejor de la película: Charlize Theron, la mutilada con más ovarios de todo el firmamento postapocalíptico: su mejor papel que la redime de la desastrosa Prometheus.

Imprescindible y un rara avis en el cine mainstrain del Hollywood más sanguinario e implacable.