El pan es el que le falta a casi todo el pueblo, aunque lo compartan entre ellos y sobre todo con los carabinieri.
El amor es el que Gina Lollobrigida levanta entre toda la población del pueblo, amor que está más o menos enmascarado según la posición social, cargo, edad u estado civil de cada uno de los hombres del pueblo, y que, en el caso de la población femenina, está mezclado con diversas dosis de envidia, -mucha por parte de las más jóvenes o rivales en el arte del amor, y algo menos, pero acompañada de mucho cotilleo, por parte de las mujeres ancianas-.
Y la fantasía es la de la propia película, que retrata con amabilidad y a la vez de forma genial el hecho de que, a pesar de todas sus carencias, la gente de este pobre pueblo vive con alegría.
De Sica, como mariscal Antonio Carotenuto a cargo del pueblo, al que acaba de llegar como su nuevo destino laboral, realiza un papel parecido al que tiene en la también gran película El General de La Rovere de Rossellini, -aunque aquí su labor como militar es mucho más dulce, obviamente, pero no deja de ser juez y parte, que intenta sacar tajada- (ver spoiler).
Las creencias religiosas del pueblo en los milagros me hicieron reir por lo inocente de las gentes, -parecidos con Los jueves milagro, de Berlanga-.
Y poco más, que se ve de un tirón, es muy fácil de seguir, neorealismo italiano pero mostrado con la luminosa sonrisa, los ojazos y las curvas de Gina Lollobrigida, -son tantas como las del pueblo y en ellas toda la población masculino sueña tropezar.-
Tiene muchas escenas divertidas, -Gina y el mariscal De Sica en el agua del río, pelea de Gina con su rival por un vestido, Gina cantando bellísima en la cárcel, Gina lloriqueando ante el mariscal, etc…-
Nota: 10 sobre 10.
Así que corten esta crítica y enciendan el televisor, música maestro.