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Voto de John Giraldo:
5
Ciencia ficción. Acción. Intriga Ambientada en un mundo futurista donde los humanos viven aislados en interacción con robots, un policía (Willis) se verá forzado a abandonar su hogar por primera vez en años para una investigación. Todo comienza cuando dos agentes del FBI (Willis y Radha Mitchell) son asignados para investigar el misterioso asesinato de un estudiante universitario relacionado con el hombre que participó en la creación del fenómeno high-tech de los ... [+]
22 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Siente deseos de quedarse descansando en casa y esperar que otro haga lo que debe hacer usted? Si es así, esta película logra ubicar una idea, futurista, de lo que sería una vida plena, sin la necesidad que el ser humano haga algo y en cambio sea otro, una especie de androide, quien vivirá lo que tal vez usted no quiera.
Además la película muestra a un Bruce Wiillis –Tom-, aceptado como uno de los actores rudos de Hollywood, en el papel de policía, algo decadente y con una deuda familiar, quien buscará al asesino de un joven universitario que se encuentra relacionado con uno de los creadores del high-tech: los sustitutos. En medio de la búsqueda, los prototipos del sustituto se muestran como la última novedad del mundo, incluso de la vida, para hacer creer que ellos son la solución a los problemas del ser humano.
La idea del reemplazo del ser por una máquina es tan vieja como la ciencia ficción. En Los sustitutos, podemos ver cómo una corporación se apodera del mercado y se convierte en una especie de matriz que cogobierna el mundo, ofrece el esplendor, el paraíso y el verse, podría uno decir proyectarse como el que siempre uno imaginó ser. La corporación tiene cooptado el mercado con sus estereotipos, ninguno de ellos luce gordo, o sin rasgos que determinen que por ahí han pasado los años. Las máquinas, perfectas, suplantan, de modo tal, que las demás personas, si aún este concepto puede sostenerse, se enfrentan al hecho de saber quién es y quién no real. Las apariencias, como en el mundo fuera del cine, engañan.
La vida del policía trascurre con cierta pesadez, porque aunque tiene un sustituto, lo pierde en una persecución, de entrada entonces, podemos ver en las noticias cómo gracias a estas máquinas de suplantación, se ha resguardado la vida, se han bajado los índices delincuenciales, y la realidad luce armónica. Es decir, los policías, al mandar al otro a trabajar ya no exponen su pellejo, y como ellos cada uno, con el tótem de la felicidad en sus casas, acomodados desde el sofá, ordenan al sustituto cómo comportarse, parecen haber alejado toda suerte de incertidumbres. Bruce, siente que la máquina está cumpliendo esa horripilante situación de vencer al hombre, porque el hombre quiere ser máquina, entonces, se niega en seguir usando una suplantación.
Se equilibra un poco el guión, pero quedan estelas sueltas, puesto que no se sabe cómo se dieron esas máquinas, y lo que parece es que las mueven por ansias de capital, se quiere mostrar una intriga, pero no es bien lograda, salvo que al contar con varias escenas de acción se recupera la atención, pero por las balas y no por la temática. El policía, como en casi todas las películas gringas es todo: el estado, la ley, la moral, la familia, las instituciones, la salvación, de modo que en Bruce Willis se centra todo el interés. En él está el héroe y casi que su contrario. Sin embargo, aparece una resistencia al modelo de los sustitutos.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
John Giraldo
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