Michael Winterbottom vuelve a dar un giro a su dispar carrera cinematográfica con este thriller de corte clásico ambientado en el sur de los Estados Unidos en la década de los cincuenta. El film tiene en la actuación de Casey Affleck como psicópata la mejor de sus bazas, pero a pesar de la sordidez de la historia, está filmado de una manera demasiado convencional. Da la impresión que Winterbottom suaviza un guión que parte de una novela que se intuye más explícita. Se recrea, eso sí, en dos escenas brutales de violencia, pero es incapaz de extraerle todo el jugo a un personaje tan interesante como es el protagonista, Lou Ford.

Algunos elementos del guión son ciertamente confusos, no obstante la película podría considerarse correcta sino fuera por su absurdo final, que echa por tierra los pocos puntos salvables que contiene. Una verdadera lástima, porque la historia daba más de sí, y en manos de un director más audaz, hubiera podido convertirse en un referente del cine negro de esta década.