Basada en la novela homónima (2001) de la escritora Helen Cross, la película se centra en dos jóvenes que se conocen durante un verano. Polos opuestos en lo que respecta a su estrato social y económico, pero con puntos en común que las lleva a unirse, el deseo de tener a alguien al lado, el anhelo de sentirse amadas.

En Yorkshire, una zona rural con pocas aspiraciones, vive Mona (Natalie Press), junto con su hermano Phil (Paddy Considine), que ha decidido cerrar su bar y meterse de lleno en un culto religioso. Por otro lado, Tamsin (Emily Blunt), joven de una familia adinerada que llega a la casa de campo de sus padres a pasar las vacaciones.

Su primer encuentro fue fortuito, pero a partir de este, comenzaron a conocerse y acompañarse, dejando de lado sus problemas familiares y sociales, conociendo los problemas que cargan mientras disfrutan el tiempo juntas, viviendo en una armonía que es evidente no terminará de buena forma.

El guion fue escrito por el propio director, recibiendo la colaboración de Michael Wynne, una historia clásica de amistad, de “amor de verano”, visualmente no deja de ser encantador en ningún momento, creando un microcosmos alrededor de estas chicas donde parece solo existen ellas, con un personaje atractivo e ingenuo por partes iguales como lo es Mona.

Repasando un poco la biografía de Pawel Pawlikowski -el cineasta polaco más británico-, su familia se exilió de su país natal cuando él era un adolescente, se establecieron finalmente en Inglaterra donde inició su carrera como director en la década de los noventa realizando varios documentales para la BBC.

Sin duda sus películas más reconocidas son sus dos últimos trabajos, Ida (2013) que ganó el premio a Mejor película de habla no inglesa en los Oscar, en un año con unas nominadas de altísimo nivel, y Zimna wojna (Guerra fría, 2018), que ganó Mejor director en Cannes, además de obtener varias nominaciones en los Oscar.

Ambos largometrajes representan un enorme quiebre en su cine, algo que realmente es un objeto de estudio. Fue la primera vez que filmaba en su país, que exploraba en su pasado y por ende su historia, un contexto que finalmente fue el que alejó a su familia de Polonia, pero esto fue solo una excusa para contar algo más íntimo.

Estas ideas también se ven reflejadas en el aspecto visual de estos largometrajes, filmados con una perfecta fotografía en blanco y negro, mientras en My Summer of Love la realizó con colores llamativos, brillo y saturación para acercar la propuesta a un punto realista, frente a la inspección del pasado sesentero en Ida y Zimna wojna (Guerra fría).

My Summer of Love termina siendo un filme pequeño pero muy bien hecho, que ponía a su director en la mira de la cinematografía mundial, que terminó de consolidar con los dos largometrajes ya mencionados, con un dúo protagonista muy bien trabajado, tanto para Press como para Blunt fueron de sus primeros trabajos como actrices.