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España España · MADRID
Voto de Laura:
8
Drama. Comedia Crónica de la rivalidad existente entre el ex-tenista profesional, de 55 años, Bobby Riggs, y su oponente de 29 años de edad, la carismática tenista Billie Jean King, quienes se enfrentaron en un partido legendario en 1973. Se quería entonces conocer si una tenista profesional femenina podía realmente vencer a un hombre (aunque fuera ex-profesional), un evento que atrajo a más de 50 millones de estadounidenses y que se publicitó como ... [+]
28 de enero de 2018
43 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
La batalla de los sexos (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2017) nos cuenta los entresijos del mítico partido de tenis que enfrentó en 1973 al ex-tenista de 55 años, Bobby Riggs, y a la número uno mundial, Billie Jean King, en un partido que se denominó como la batalla de los sexos. Sin duda el título de la cinta es adecuado, ya que desde el inicio Dayton y Faris resaltan la necesidad de denunciar la injusta desigualdad existente entre hombres y mujeres, en este caso tenistas. Haciendo un inciso es importante y triste resaltar que desgraciadamente las cosas siguen siendo poco justas y aunque en el campo tenístico los premios se han ido equiparando entre hombres y mujeres, hay muchísimas profesiones en las que la desigualdad sigue siendo escandalosa. De hecho fijándose en la protagonista de esta historia, Emma Stone (ganadora del Óscar por La la land en 2017), es la actriz mejor pagada del mundo en 2017, con 26 millones de dólares, frente al actor mejor pagado que es Mark Wahlberg, con 68 millones. Una desigualdad que parece que ocurre hasta entre las mujeres más exitosas y envidiadas del planeta. Pero volviendo a la película, como decía, la denuncia de la poca equidad entre hombres y mujeres es un tema vertebrador que se refleja desde los primeros planos de Billie Jean (Emma Stone), en los que denuncia ante uno de los jefazos, de la ATP, el abuso sufrido por las tenistas, que ganan ocho veces menos que sus compañeros en un torneo tan importante como el US Open. Una secuencia muy elocuente, que al mismo tiempo que sienta las bases del tema principal de la película (el machismo), con ese rancio salón, solo para hombres, en el que todos los buitres trajeados esperan a las dos jóvenes “señoritas”, deja ver también, muy claramente, el carácter combativo y valiente que va a llevar a cabo Billie durante toda la trama.
Porque Billie Jean liderará los intentos de liberación de la mujer, desde la bondad y el desconocimiento, de aquel que hace algo sin dobleces y guiado exclusivamente por sus emociones. Billie es una chica de veintinueve años, casada felizmente con su novio de toda la vida, que gracias al tenis logra salir de la pobreza y de paso sentirse mejor consigo mismo. Una chica, totalmente, autosuficiente, que está casada pero no por ello se siente prisionera y que contrasta con la situación de Margaret Court (la que puede ser la mala de la función), una madre que juega al tenis y una mujer retratada siguiendo todos los tópicos de la abnegada madre y esposa. Dos mujeres muy diferentes y enfrentadas, pero que comparten la pasión por el tenis. En el caso de Billie, para ella el tenis es su vida y es lo que le conecta con el mundo, pero en un momento casual, toda su ordenada vida va a sufrir un vuelco. Billie conocerá a Marilyn, una peluquera con vocación de coach, y a sus casi treinta años Billie saldrá del armario, en la todavía misógina sociedad de 1973. Una actitud, tremendamente, valiente, que la película no deja en un segundo plano, sino que retrata con naturalidad y ternura.
En toda esta reseña, puede parecer que me he olvidado del antagonista, Bobby Riggs, pero es que realmente es un personaje tan vacío, caricaturesco, ridículo, machista, adicto y frustrado, que no da para mucho comentario. Ni siquiera es un hombre consecuente con sus rancios principios y vive lujosamente, mantenido por su mujer. Una mujer que en la parte final de la película decide separarse de él, ante su reincidencia en el juego y que, llamativamente, vuelve con él, tras su humillante derrota frente a Billie y a medio país. No se entiende muy bien esta decisión (aunque nadie es quién para juzgarla), pero después del visionado de la película uno puede intentar empatizar con este Bobby Riggs fracasado y con escasas luces, que solamente destaca a través del juego, y comprender los sentimientos de esta mujer, ante un hombre que, según ella, le hace reír como nadie lo había hecho.
Desde luego, Bobby no puede ser un personaje situado más a las antípodas de Billie y es por ello que la estructura utilizada en la película, que puede definirse como paralela, resulta tan efectiva. Los dos son emparejados desde el principio por la cámara, como si el destino se hubiera encargado de juntarles. Por un lado, Bobby desde el encierro de uno de los despachos, de un gran edificio, en forma de colmena y por el otro, Billie con sus triunfos frente al televisor de Bobby y con sus reivindicaciones en defensa de los derechos de las mujeres.
Una película americana de superación y buenas intenciones, que transciende y provoca una reflexión final, además de descubrir una historia que muchos no conocíamos.
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Laura
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