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Voto de IAM:
10
4 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia versa sobre dos realidades humanas: la del maestro Sainte colombe y su discípulo, Marin Marais.
Para Sainte Colombe, la música era algo indescifrable, que devenía desde la fibra más íntima de su ser, lo cual no puede ser ni escrita, ni explicada. Es lo real, en términos lacanianos, que “no cesa de no inscribirse”. No deja de ser “marca”. No pretende ser algo o alguien para un otro, ni busca reconocimiento por nadie, ni por el Rey ni por Dios. No hay Dios a quien seguir, él se transforma en su propio Dios, en la Música. Instrumento y cuerpo son una misma cosa. Marais reflexiona: “Tengo vergüenza porque ambicioné la nada. Él era la música”.Lo convierte en la metonimia más absoluta. En cambio “El hace música -dice el maestro- no es músico”. Marais puede hacer algo con eso, (aunque sea cortejar al rey). En cambio Sainte Colombe se encuentra en el agujero de lo Real trae “su conocimiento”, el cual no se puede explicar, en palabras. Así como también su relación con su órgano “ la viola”, la cual es una prolongación de su propio cuerpo. Cuerpo de goce, no de deseo. El está entrampado en el Goce. No hace nada con ese Goce, es todo para él y para nadie más. Es la experiencia extática, representada por lo dionisíaco según Nietzche, de carácter inconmensurable, eterno e interminable. Según este autor el dolor y el sufrimiento sólo pueden ser comprendidos desde el placer (goce), la vida desde el sello de lo eterno. El es todo (dice Marais de su maestro), porque representa el Dasein, el Ser-ahí de Heidegger, lo que se opone al artefacto de la técnica . La verdad está, en sentido heideggeriano, ligada a la nada, al desocultamiento del Ser. El maestro profundamente convencido de lo que hace, se liga a esa nada. En cambio, Marais vinculado al mundo y sus significantes queda entrampado en la tecnica y en los significantes..
Para Sainte Colombe, la música era algo indescifrable, que devenía desde la fibra más íntima de su ser, lo cual no puede ser ni escrita, ni explicada. Es lo real, en términos lacanianos, que “no cesa de no inscribirse”. No deja de ser “marca”. No pretende ser algo o alguien para un otro, ni busca reconocimiento por nadie, ni por el Rey ni por Dios. No hay Dios a quien seguir, él se transforma en su propio Dios, en la Música. Instrumento y cuerpo son una misma cosa. Marais reflexiona: “Tengo vergüenza porque ambicioné la nada. Él era la música”.Lo convierte en la metonimia más absoluta. En cambio “El hace música -dice el maestro- no es músico”. Marais puede hacer algo con eso, (aunque sea cortejar al rey). En cambio Sainte Colombe se encuentra en el agujero de lo Real trae “su conocimiento”, el cual no se puede explicar, en palabras. Así como también su relación con su órgano “ la viola”, la cual es una prolongación de su propio cuerpo. Cuerpo de goce, no de deseo. El está entrampado en el Goce. No hace nada con ese Goce, es todo para él y para nadie más. Es la experiencia extática, representada por lo dionisíaco según Nietzche, de carácter inconmensurable, eterno e interminable. Según este autor el dolor y el sufrimiento sólo pueden ser comprendidos desde el placer (goce), la vida desde el sello de lo eterno. El es todo (dice Marais de su maestro), porque representa el Dasein, el Ser-ahí de Heidegger, lo que se opone al artefacto de la técnica . La verdad está, en sentido heideggeriano, ligada a la nada, al desocultamiento del Ser. El maestro profundamente convencido de lo que hace, se liga a esa nada. En cambio, Marais vinculado al mundo y sus significantes queda entrampado en la tecnica y en los significantes..
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La historia trata de dos hombres en la búsqueda de una verdad, la del maestro: Sr. Sainte Colombe; y su aprendiz: Marin Marais. El aprendiz y también impostor, Gérard Depardieu, devenido en fabricante de zapatos de una empresa familiar se resiste a trabajar de su oficio. Su única virtud era su voz, pero al cambiarla cuando joven, lo echan del coro, y de las pretensiones a ser parte de la corte del rey. Entonces se aventura a descubrir el lado más sórdido de quién después iba a ser su maestro. Él intenta adquirir su destreza de la manera mas convencional, mediante la práctica y la técnica. Sin embargo lo que más lo conmueve al maestro, es su historia de despojo, abandono y humillación. El tiempo pasa y Marais encuentra en la corte de Versailles, el reconocimiento social aborrecido por su maestro. Éste rechaza de manera taxativa la banalización de la música pretendida como un sentimiento decorativo, por los músicos de la corte, para alegrar al rey. De origen jansenista, ascético y pobre pero contactado con el dolor y el goce, Sainte colombe, sufre alucinaciones de su mujer fallecida tempranamente, a quien no pudo asistir en el lecho de muerte. Esto lo sumerge en una profunda melancolía. Ella aparece en los momentos de mayor irritabilidad y de ira, tranquilizándolo. El manda a pintar un cuadro para eternizar el instante de encuentro con ella. La austeridad de como vivía y la simpleza de su mundo permitía la percepción de sus sentimientos más profundos. Alejado de la urbe, se recluía en una cabaña construida por él, a deleitarse de su propia música. Esto se transmitió a sus dos hijas, la mayor Madaleine, quien cae en la mas profunda melancolía, absorbida por la mentalidad de su Padre. Aprende la música entendida como su padre, de la manera mas gozosa. Ella es quien le transmite “su arte” a Marais, pero cae en un profundo enamoramiento hacia él, del cual no puede sobrevivir. Sumida en una profunda depresión, ya que su padre no permite su casamiento con él, no soporta el abandono de su amante y termina suicidándose. Madeleine es discípula de su padre, lo posee todo, instrumento-cuerpo y goce.
Para Sainte Colombe, la música era algo indescifrable, que devenía desde la fibra más íntima de su ser, lo cual no puede ser ni escrita, ni explicada. Es lo real, en términos lacanianos, que “no cesa de no inscribirse”. No deja de ser “marca”. No pretende ser algo o alguien para un otro, ni busca reconocimiento por nadie, ni por el Rey ni por Dios. No hay Dios a quien seguir, él se transforma en su propio Dios, en la Música. Instrumento y cuerpo son una misma cosa. Marais reflexiona: “Tengo vergüenza porque ambicioné la nada. Él era la música”.Lo convierte en la metonimia más absoluta. En cambio “El hace música -dice el maestro- no es músico”. Marais puede hacer algo con eso, (aunque sea cortejar al rey). En cambio Sainte Colombe se encuentra en el agujero de lo Real trae “su conocimiento”, el cual no se puede explicar, en palabras. Así como también su relación con su órgano “ la viola”, la cual es una prolongación de su propio cuerpo. Cuerpo de goce, no de deseo. El está entrampado en el Goce. No hace nada con ese Goce, es todo para él y para nadie más. Es la experiencia extática, representada por lo dionisíaco según Nietzche, de carácter inconmensurable, eterno e interminable. Según este autor el dolor y el sufrimiento sólo pueden ser comprendidos desde el placer (goce), la vida desde el sello de lo eterno. El es todo (dice Marais de su maestro), porque representa el Dasein, el Ser-ahí de Heidegger, lo que se opone al artefacto de la técnica . La verdad está, en sentido heideggeriano, ligada a la nada, al desocultamiento del Ser. El maestro profundamente convencido de lo que hace, se liga a esa nada. En cambio, Marais vinculado al mundo y sus significantes queda entrampado en la tecnica y en los significantes..
Para Sainte Colombe, la música era algo indescifrable, que devenía desde la fibra más íntima de su ser, lo cual no puede ser ni escrita, ni explicada. Es lo real, en términos lacanianos, que “no cesa de no inscribirse”. No deja de ser “marca”. No pretende ser algo o alguien para un otro, ni busca reconocimiento por nadie, ni por el Rey ni por Dios. No hay Dios a quien seguir, él se transforma en su propio Dios, en la Música. Instrumento y cuerpo son una misma cosa. Marais reflexiona: “Tengo vergüenza porque ambicioné la nada. Él era la música”.Lo convierte en la metonimia más absoluta. En cambio “El hace música -dice el maestro- no es músico”. Marais puede hacer algo con eso, (aunque sea cortejar al rey). En cambio Sainte Colombe se encuentra en el agujero de lo Real trae “su conocimiento”, el cual no se puede explicar, en palabras. Así como también su relación con su órgano “ la viola”, la cual es una prolongación de su propio cuerpo. Cuerpo de goce, no de deseo. El está entrampado en el Goce. No hace nada con ese Goce, es todo para él y para nadie más. Es la experiencia extática, representada por lo dionisíaco según Nietzche, de carácter inconmensurable, eterno e interminable. Según este autor el dolor y el sufrimiento sólo pueden ser comprendidos desde el placer (goce), la vida desde el sello de lo eterno. El es todo (dice Marais de su maestro), porque representa el Dasein, el Ser-ahí de Heidegger, lo que se opone al artefacto de la técnica . La verdad está, en sentido heideggeriano, ligada a la nada, al desocultamiento del Ser. El maestro profundamente convencido de lo que hace, se liga a esa nada. En cambio, Marais vinculado al mundo y sus significantes queda entrampado en la tecnica y en los significantes..