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Voto de Fco Javier Rodríguez Barranco:
7
Comedia. Drama Manu Aranguren, un político vasco, ejerce de interlocutor del gobierno español en las negociaciones con ETA. En lugar de asistir, tal como esperaba, a un acto solemne y calculado, pronto verá que las casualidades, los errores o los malentendidos marcan el diálogo entre ambas partes y que la relación personal entre los negociadores será clave para la resolución del conflicto. Comedia basada en las negociaciones entre el presidente del ... [+]
23 de marzo de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco supimos que, hace casi veinte años, cuando Felipe González pareció un gañán desganado en el primer debate televisivo de la democracia (con minúsculas) española en la elecciones generales (ambas con minúscula) de 1993 frente a un José María Aznar, metamorfoseado en notario robótico, se debió a que acabada de llegar a Madrid de un viaje por las Islas Canarias con molestias estomacales, y es que la vida funciona así, hermanos: los grandes eventos pueden verse condicionados por las menudencias cotidianas. En opinión de Víctor Hugo, Napoleón perdió la batalla de Waterloo, porque la noche antes llovió mucho y el emperador francés no pudo maniobrar las piezas de artillería como a él le gustaba hacer. Recordemos que el corso era de Artillería. De todos modos, Felipe González es un poco así. Y José María Aznar también.

Pues bien, la situación en que Negociador (2014), de Borja Cobeaga, sitúa al espectador es muy similar a la recién mencionada, pues se trata de una versión libre de las conversaciones que desembocaron en la declaración de alto el fuego de ETA en la primavera de 2006, donde lo que menos interesa es la negociación en sí, de la que realmente apenas se aprecian unos leves brochazos, y en lo que se concentra el filme es en esos pequeños detalles que nos hacen humanos, algo que se aprecia desde el mismísimo inicio, dado que Manu, vasco con sentimiento español, que trabaja para el gobierno (con rotunda minúscula) central en Madrid, decide abrir la posibilidad de una negociación para acabar con la violencia (“conflicto” en la terminología etarra), porque en el restaurante donde la gusta cenar un filete con patatas suele encontrarse con tres antiguos compañeros de aula que hace treinta años que no le dirigen la palabra, porque son simpatizantes de HB.

De manera que, del filete y el vaso de vino tinto a la negociación (“diálogo” en la terminología de Manu), lo que confirma el aserto del terapeuta en No sos vos, soy yo (2004), de Juan Taratuto, quien afirma (cito de memoria) que en la vida los momentos espectacularmente buenos son muy escasos, afortunadamente, del mismo modo que los especialmente malos también lo son, con igual idea de alivio, siendo así que la vida, o al menos una vida equilibrada, se compone de una sucesión de experiencias de intensidad media.

En la grandiosa In the Loop (2009), de Armando Iannucci, comprendemos el patetismo y la inmadurez de quienes dirigen el mundo occidental. Tras verla, perdí el recurso a la indignación por la situación mundial, puesto que quienes toman las decisiones, las grandes decisiones, como la segunda guerra de Irak, iniciada en 2003 y cuyas consecuencias aún padecemos, son apenas unos imberbes morales que realmente no saben hacerlo mejor: es que no dan más de sí. Guerreros liliputienses.

En la película se hace referencia en un par de ocasiones a atentados que suceden mientras se dialoga, o después de ello, pero no se trata de una película de terrorismo al uso, del que hay cien mil ejemplos, tanto de las acciones del IRA, como de las de ETA, sino que la situación actual de paz desde los últimos atentados (en España en 2009, y en Francia en 2010) permite una perspectiva para afrontar esa etapa de la historia peninsular sin el dramatismo, sin la tragedia, que le han sido consustanciales durante décadas. Tampoco deriva hacia comedias estereotipadas de situación, del que últimamente hemos conocido algún exitoso proyecto. Ni se despeña este largometraje por la sima de las interpretaciones sobreactuadas o las declaraciones solemnes: en ese sentido, el trabajo de los actores se desenvuelve dentro de unas coordenadas de contingencia relativa. Un pelín de humor negro, quizá no desternillante, según he leído en alguna crítica, pero sí muy audaz al tratar un tema tan delicado con la naturalidad de quien sabe que está escribiendo una historia entre personas. Probablemente alguno de los negociadores en los diálogos reales se cortaría por la mañana al afeitarse o llevaría la camisa arrugada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fco Javier Rodríguez Barranco
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