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Voto de Fco Javier Rodríguez Barranco:
8
Drama Una madre que intenta afrontar la pérdida de su hijo, se distancia gradualmente de su marido: un criminal introduce a su hijo a una vida de vivir de su ingenio; y una joven se encarga del cuidado de un padre al que nunca amó. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2023
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Father’s Day (2022), de Kivu Ruhorahoza ha pasado por la Berlinale, y la primera, tristísima, pero primera pregunta que surge es: ¿cómo se celebra el Día del Padre en un país como Ruanda donde no hay padres, pues todos ellos fueron exterminado durante el genocidio de los años noventa? Afortunadamente, se trata de una exageración manifiesta, porque sí quedan padres en este país de los Grandes Lagos. Ahora, bien, ¿en qué condiciones han quedado dichos padres sobrevivientes, en particular, y las familias, en general? Pues para contestar a esta pregunta ha rodado Ruhorahoza, cuyo anterior largometraje, Grey Matter (2011), obtuvo la Mención Especial del Jurado en el festival de Tribeca, cuando este director no había cumplido aún los treinta años.
En cuanto a Father’s Day, el espectador se ve sorprendido por la ausencia casi total de diálogos durante los primeros compases del largometraje. Poquito a poco se va entrando en la película y comprendemos que se trata de tres historias cruzadas con el denominador común de la guerra. Al final, el espectador comprende guardan una cierta conexión directa entre sí, sin que eso sea demasiado relevante, pues lo que verdaderamente importa es el diseño de historias que realmente ocurren en el interior de las personas: se habla muy poco de la guerra, no se ve ni una sola escena de guerra, pero las secuelas afectivas en la población ruandesa son innegables para trazar perfiles humanos de violencia, pena o decepción todo ello en un contexto familiar que justifica el título.
Así, por ejemplo, aunque la historia transcurre cuando todavía la pandemia por covid no ha concluido y, por lo tanto, es habitual ver a los personajes con mascarillas, la protagonista de una de esas tres historias afirma, cito de memoria: “El covid tan solo ha destruido lo que ya era frágil”.
La guerra, pues, continúa en el interior de las personas, al menos, las secuelas morales de la guerra como el verdadero problema al que se enfrenta la sociedad ruandesa de nuestros días, y lo que Ruhorahoza consigue es que las cámaras penetren en el alma de personas, lo cual es algo que recuerda a ese portentoso observador de la pena que fue Fassbinder y que hoy también podemos perseguir en la filmografía de Haneke, por citar solo dos ejemplos ilustres.
Es por ello que en numerosas ocasiones los silencios se ven aureolados por los ruidos ambientales de la ciudad o de la naturaleza, un recurso mediante el cual este director ruandés facilita la introspección y el espectador puede contemplar las almas desnudas de los personajes, que es la verdadera intención de Ruhorahoza en esta cinta.
Fco Javier Rodríguez Barranco
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