Hacía tiempo que no me aburría tanto viendo una película. Y era algo que me temía porque Carlos Saura no es precisamente un director muy de mi agrado pero ha conseguido sobrepasar mis expectativas... para mal.
Digo yo que para rendir tributo a uno de los pintores más universales no es necesario caer en sutilezas oníricas durante todo el tiempo, entremezclando constantemente al Goya joven (Coronado) con el Goya anciano (Rabal). Es precisamente esto lo que la hace aburrida aunque visualmente pueda ser más o menos atractiva.
Se salvan los actores y personalmente me quedo también con las escenas que comparten Paco Rabal y Dafne Fernández (que guapa es), en donde un caduco Goya, ya enfermo y viviendo sus últimos días, adoctrina a su hija semiadolescente diciéndole verdades como puños.
Al menos sirve para ver una de las últimas y mejores actuaciones de uno de los mejores actores españoles: Paco Rabal.