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Voto de John Dunbar:
8
Terror La epidemia que hace resucitar a los muertos convertidos en seres ávidos de carne humana se ha extendido, llegando al punto en el que varias ciudades han quedado prácticamente desiertas. Los supervivientes deben refugiarse en zonas militares ya que los zombies no dudan en acabar con sus propios familiares... Continuación del clásico de horror de George A. Romero "La noche de los muertos vivientes" (Night of the Living Dead, 1968). (FILMAFFINITY) [+]
11 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El padre del auténtico cine de zombis multiplicó en unos años el número de especímenes tanto como el de los billetes, cosa normal y también hasta saludable, sobre todo para su cuenta corriente. En la ampliación de riesgos encontró la manera de expandir su particular apocalipsis lejos de los límites de una casa en mitad del campo, en mitad de ninguna parte, en definitiva, alejando el intimismo de la misma manera que lo hace con el blanco y negro. Aunque tal vez sea caer en el error y verlo con los ojos de hoy día, en el origen de aquella crisis de 1968 que atentaba la supervivencia de los pocos personajes que se resguardaban en aquella casa, era fácil vislumbrar un mundo de posibilidades. Solo había que encontrar la forma adecuada (un buen guion) y el fondo (presupuesto).

Arranca un poco donde podría haber terminado su génesis, en otro punto y con otros protagonistas, todo ya descontrolado: de la noche al amanecer. 'Los muertos caminan', vendría a ser el titular que abre su noticiario, un espacio televisivo que introduce con mucho desorden una explicación al fenómeno que se conforma, solo que el miedo y la incertidumbre ahogan la calma pero no muchos de los matices que podemos apreciar, unos buenos y otros menos buenos, como una realización de apariencia pobre y bastante inconexa en las primeras escenas. El verdadero sentido de esta continuidad de Romero viene poco después, cuando el hilo y sus personajes nos conducen a un gran centro comercial, un lugar altamente explotable en virtudes que acaba por ofrecer para sus nuevos moradores más contingencias que seguridad como veremos en adelante. Es la forma de hacer paralelismo con la historia original y con el aumento de capital, ampliando las oportunidades y la diversión y reduciendo, por puro espacio físico, la sensación de opresión. La inteligencia de ponerle una variable nueva a la emoción para amargar la existencia y abandonar la falsa sensación de escapismo introduciendo en el camino hacia el fin vivos además de muertos, es la alternativa que necesitamos para entender que el mal también yace en uno mismo. Solo hace falta una excusa y un hábitat tan goloso como ese centro comercial. Un factor humano que se ha visto espoleado con fuerza como un filón abierto por Romero desde entonces como ocurre, por ejemplo, en televisión con la serie 'The walking dead', optando siempre como una brillante y descarnada alternativa. Encabezados por un Tom Savini, colaborador de Romero y algo así como una especie de continuador de su legado, la irrupción de un grupo de moteros dispuesto a saquear y llevarse el botín que otros han adquirido, dispondrá la inflexión necesaria para establecer el principio del fin de quienes están abocados al fracaso.

Hace poquito la he vuelto a ver. Descubrí que circula una versión extendida de unos pocos minutos más con escenas añadidas que, francamente, no aportan gran cosa y, sin embargo, algunas de las escenas originales están parcialmente cercenadas o alteradas, algo que no es en absoluto una buena decisión. En general y a pesar de contar con más presupuesto la impronta amateur sigue por encima de la profesional. Actores desconocidos antes y después y mucha apariencia en ellos de falta de experiencia. Romero no esconde un cierta sensación de debilidad femenina que ya había mostrado en 1968 y que abandona en 1985, en la continuación de éste bautizado en España como 'Zombi' y cuyo título original, un mejor título, por tanto, descubre más las intenciones reales y despierta más la inquietud. Un amanecer de los muertos que palidece sin remedio con el paso del tiempo ante la mejora de maquillajes y medios, sin que impida evidenciar un magnífico relato de supervivencia muy placentero que sirvió para seguir acrecentando, prácticamente, la única herencia de su director y guionista tanto en el cine como en la televisión.
John Dunbar
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