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Voto de John Dunbar:
4
Comedia Una pareja atrapada en la rutina, un joven desengañado de su última relación amorosa, una novia desesperada, dos primos separados desde su último verano en el pueblo, un grupo de amigos con ganas de experimentar… Durante una noche, todos ellos vivirán situaciones descabelladas en las que jamás hubieran pensado encontrarse, para terminar, a la mañana siguiente, de la mejor manera posible: muy juntos y muy revueltos.
29 de septiembre de 2022
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Desahogada comedia sobre relaciones sexuales, relaciones emocionales y lo que se tercie. Con un reparto coral con la madame Ana Milán haciendo de anfitriona para abrirnos las puertas no del Edén, sino más bien de una cueva del placer carnal con cabida para todo tipo de desinhibiciones, lujurias o fantasías, vestido de satén y terciopelo, en el que todo prejuicio, igual que la monogamia, deben quedar fuera. En él se dan cita parejas y no parejas, amargados y no amargados, para que, mientras se toman un ron-cola o un mojito, puedan confeccionar su particular diccionario rutina-lascivia lascivia-rutina con opciones variadas como intercambios, tríos, orgías, bondage o glory hole, un tour en el que caben éstas y otras múltiples alternativas, para el gozo del voyeur o del atrevido, todo con máximo respeto y cuidado como únicas condiciones.
Tras sus puertas descubrirás un mundo de sensaciones que desconocías, lo que en muchos de los casos reproduce la consecuencia involuntaria de salir diferente a como has entrado; una suerte o una pena, según. Fuera del citado local también suceden cosas, relacionadas con la misma intención libertina como un satélite alternativo, por el que pasan los deseos fantasiosos y consentidos de dos hombres (Ernesto Alterio y Luis Callejo) sobre sus respectivas mujeres (Pilar Castro y María Morales), que quieren, creen conseguir y acaban pillados por la sorpresa.

Su deseo de ser una auténtica revolución sexual, como expresa la canción con la que nos adentramos en las diversas tramas, lo logra en el sentido meramente figurativo hasta donde el tono elegido se lo permite. La moral conservadora como la vergüenza son opciones que no están en su cabeza, incompatibles de facto, porque en su único motivo se halla divertir sin ataduras; como en toda práctica, puede que lo consiga y puede que no. Me inclino por el sentimiento de la relativa indiferencia, del encuentro que te deja a medias con la necesidad final de la única práctica sexual de la que se habla en ella y no se comparte.
John Dunbar
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