Maniac es una serie diferente. Una serie que ahonda en el psique humano, en los traumas de mentes destrozadas por sucesos vitales terribles, o por enfermedades como la esquizofrenia. Maniac trata todo esto sin demasiada condescendencia, pero desde el respeto. Plantea una sociedad ligeramente futurista, igual de gris que la actual (lo que no es muy alentador) en la que muchas personas se exponen a ser tratadas como conejillos de indias para que grandes empresas experimenten con ellos en productos vanguardistas que cambiarán la mente humana. Algunos por dinero, otros por necesidad.

Por otro lado es una serie que humaniza a estas personas, que aboga por reivindicar las virtudes de gente con problemas. Es algo que hay que valorar. El argumento al principio es complicado. Muchos términos nuevos, una narrativa que no es muy coherente y que alterna entre los diferentes personajes y escenarios, lo que hace que se vuelva algo engorrosa, pero aún así engancha, y tanto que engancha. Quieres saber que pasará con los protagonistas, porque en cierto modo uno empatiza con ellos, se apiada de ellos, y si se tiene paciencia, todas las piezas empiezan a encajar, lo cual es muy reconfortante para el espectador. Empezar a comprender el rompecabezas. En el último tramo, los episodios son más redondos y autoconclusivos, lo cual mejora el conjunto general y me parece que es una buena decisión narrativa.

Visualmente es fantástica, por como trata los diferentes ambientes por los que se mueven los personajes, y la dirección es impecable, como es habitual en el director.

Recomiendo esta serie porque es un ejercicio de estilo en el que la historia no queda en un segundo plano. Hay productos audiovisuales que son premeditadamente raros y a los que se les ven las costuras. Hay otros que son raros y por eso son especiales. Este entra dentro de los segundos.