"The Cloverfield paradox" mala no es, aunque seguramente buena tampoco; muy posiblemente es la comparación con sus dos sublimes predecesoras lo que la termina condenando al ostracismo. En fin, que daño hacen las dichosas comparaciones. En el fondo, las bases de lo ideado en 2008 por J.J. Abrams siguen muy presentes en "The Cloverfield paradox", pero el problema es que aquí los encargados de guiar el asunto no han demostrado la misma pericia que los encargados de antaño. Hagamos memoria, en "Monstruoso" (Matt Reeves, 2008) teníamos a Drew Goddard a los mandos del texto, y en "Calle Colverfield 10" (Dan Trachtenberg, 2016) teníamos a Damien Chazelle cumpliendo dichas funciones. Casi nada, ¿verdad?... Por desgracia en "The Cloverfield paradox" ya no tenemos tanta suerte, y a no ser que Oren Uziel gane un Oscar dentro de dos años y me tape la boca, creo que la bajada de nivel es palpable.
"The Cloverfield paradox" tiene una especie de trama a lo "Alien, el octavo pasajero" (Ridley Scott, 1979) pero sin xenomorfo, goza de deslavazados misterios lynchianos al por mayor, penetra en las realidades paralelas y además pretende darle un origen al universo creado por J.J. Abrams. A mí me parecen elementos más que suficientes para entretener y crear un leve interés en el espectador, aunque es cierto que a los dos episodios anteriores les bastó con menos de la mitad para maravillar, entretener y trascender. Ya vuelve la dichosa comparación. Voy a ser completamente honesto, seguramente "The Cloverfield paradox" funcione más como explicación al universo "Cloverfield" que como película en si. Las cosas como son, vaya eso por delante.
Un grupo de cientificos orbita alrededor de La Tierra buscando una solución a la crisis energética que vive el planeta, azuzada por una inminente guerra entre países. Conflicto que también se traslada a los tripulantes de la nave, de diferentes nacionalidades y en la que, como no, el capitán es americano. A partir de aquí entra en escena la retahíla de misterios lynchianos de los que antes hablaba, los cuales caen en la historia igual que caen las bolas numeradas en un bingo, porque sí y ya está. Es cierto que todo puede resultar incongruente, apoyado además en que, esquemáticamente, "The Cloverfield paradox" es muy de manual y carece de alma. La tensión brilla por su ausencia, lo que tampoco beneficia al producto. La dirección de actores de Julius Onah es muy floja, por no mencionar que es imposible conectar con los personajes, y que a Gugu Mbatha-Raw le falta fuerza para liderar la cinta.
En resumidas cuentas, "The Cloverfield paradox" no me ha parecido tan mala como se ha dicho; es endeble, eso si, y sale derrotada en la comparación con sus hermanas mayores, pero entretenerme si me ha entretenido. Y su moraleja final me ha encantado.