“Exorcismo en el Vaticano” es la enésima muestra de que el subgénero de exorcismos languidece poco a poco como un pez fuera del agua, y sin visos de solución. De hecho, el mejor exorcismo que he visto recientemente en el cine lo presencié en “Líbranos del mal” (Scott Derrickson, 2014), un film que nunca deberíamos incluir en el subgénero de exorcismos.
Mark Neveldine, exintegrante del dúo Neveldine/Taylor, que dicho sea de paso es de mis parejas de realizadores preferidas, se alía con Chris Morgan, artífice de lo más granado de la saga “Fast & Furious”, para entregar “Exorcismo en el Vaticano”, una cinta de terror que no hubiese pasado nada si no hubiera existido. Mark Neveldine es un maestro de la acción frenética y salvaje, o al menos para mí lo es, y nada puede haberle sentado peor que el cambio de registro sufrido en esta película. En “Exorcismo en el Vaticano” Neveldine se muestra absolutamente maniatado, revelándose como un mercenario más al servicio de la productora Lakeshore, para la que hizo sus mejores films. Todo ello repercute negativamente en el producto final.
“Exorcismo en el Vaticano” es una cinta de terror: plana, predecible y carente de sobresaltos hasta la última escena; ¡vamos, lo que en mi tierra denominaríamos un timo! Una joven empieza a presenciar sucesos extraños en ella misma y a su alrededor, y tras ahondar en el asunto solamente llegan a una conclusión, esta poseída; y a partir de ahí todo deriva en los clásicos sucesos de manual que cualquier aficionado al género puede imaginarse, e incluso el no tan aficionado. La trama ya de por si es muy poco evocadora, y si además le sumamos un desarrollo en el que nada se sale un ápice del carril establecido, da como resultado un film absolutamente desechable.
Titulándose como se titula el film, originalmente digo porque el título en español es una absoluta ruina, a “Exorcismo en el Vaticano” le habría venido de perlas ser del tipo found footage, pero supongo que al final los implicados en la película se dejaron llevar por la vagancia y la desidia para enterrar más hondo si cabe su producto en la indiferencia.
Si tengo que destacar algo de “Exorcismo en el Vaticano” que sobresalga por encima del resto, es a Olivia Taylor Dudley, su protagonista. A ella es a la única que he visto tomándose en serio una cinta que nadie más se ha tomado en serio.
Al final “Exorcismo en el Vaticano” es una película de terror que no da ni miedo ni mal rollo, noventa minutos de desidia que no llevan a ninguna parte. Un guion de esos que hubiera estado mejor que siguiera encerrado en el cajón de los proyectos sin futuro.