Debut en la dirección del guionista Dan Gilroy. Lo hace con un potente thriller psicológico en torno a la figura de un sociópata (Louis Bloom), encarnado por un arrebatador Gyllenhaal, al que no le puede la presión de salir en cada escena del film.

Nightcrawler nos presenta en primera instancia a un personaje extraño, al que se le ve cierta maldad desde los primeros segundos de metraje, pero que resulta hasta patético en su comportamiento. La evolución del personaje irá unida al encontronazo que tiene con los 'reporteros nocturnos' que se dedican a filmar los sucesos más escabrosos de las personas. La locura se va acentuando cada vez más a lo largo del film, hasta terminar en una explosión inimaginable de sucesos que es rematada por la famosa frase que pronuncia su protagonista: "recuerden que jamás les pediría algo que yo no haría". La evolución del personaje se profundiza continuamente con pequeños simbolismos visuales, algunas analogías e incluso la propia banda sonora, acentuando en un genial crescendo la evolución de un personaje (y una sociedad) cada vez más demente.

Gilroy expone algunos temas que tocan directamente a nuestra sociedad actual. En primer lugar, plantea hasta donde es capaz de llegar el ser humano para lograr el éxito -lo que algunos han visto como una crítica al sistema-; y en segundo lugar nos coloca a nosotros, espectadores y demandantes, de todo este circo mediático. La propuesta del director no es otra que criticar la falta de ética de una sociedad que es capaz de desayunar viendo las vísceras del vecino, así como el desarrollo de un sistema cada vez más liberalista y menos moralista. Es en esencia, la maldad de un capitalismo llevado hasta el mayor de sus extremos, donde el sueño americano parece reemplazar cualquier atisbo de humanidad.