La ultima aventura de los X-Men se estrena en medio reshoots, mala publicidad y criticas negativas.

El trato que ha recibido este producto es un poco injusto, no es una película perfecta o redonda, pero a pesar de haber tenido problemas de rodaje, feedback negativo antes de su estreno y un claro desdén de parte del público, cumple con todos los aspectos importantes de un blockbuster. Para empezar es muy entretenida, son casi dos horas que pasan volando, todos los actores están brillantes, resalto en especial a Sophie Turner, quien se ha graduado como actriz dramática y ha conseguido que nos creamos su trauma, rabia y dolor, seguimos con McAvoy y Fassbender que siempre dan la talla en cualquier producción en la que deciden participar, todos los actores están sobresalientes.

Los efectos especiales son de primera, hay poca acción, pero está muy bien coreografiada, diría que de lo mejor que hemos visto en tantos años de X-Men. Es la primera vez que vemos el potencial a tope de los mutantes en una pelea grupal, dentro un aspecto oscuro y dramático y junto con la vibrante música de Hans Zimmer dan una sensación de grandiosidad y estruendo a cada golpe y momento de tensión, que además me deja pensando en lo mucho que voy a extrañar la forma en la que llevan el rating pg-13 al límite para crear escenas de acción realmente trepidantes.

El problema principal con esta última entrega, es que fue promocionada como un evento crucial y vendida como una despedida épica de forma absurda, ya que no es una película tan grande ni una despedida digna de la saga que inició con Bryan Singer al mando. La tragedia de Jean Grey, el fénix y su conflicto con los X-Men está bien desarrollada, teniendo en cuenta que esta historia ya ha sido contada contada con anterioridad y es lo bastante entretenida para que no te pongas a jugar con el móvil durante la película, pero no llega al punto magno que si alcanzaron los cómics y pasa por alto la importancia de la mitología de estos personajes.

Las posibilidades eran infinitas, ya que no tenían responsabilidad por secuelas o escenas post-créditos, perdieron la oportunidad de mandar todo al carajo (en el sentido épico de superhéroes), debería ser una película apoteósica, inolvidable y soberbia, pero termina siendo solo otra película con mutantes, que se limita a cumplir y ser un mero entretenimiento. Aunque por otro lado, es la razón por la que vamos al cine.

En definitiva Dark Phoenix pudo ser más espectacular, teniendo en cuenta lo que representaba esta última entrega, pero no deja de ser entretenida, oscura y diferente a muchas películas del mismo género. A pesar de que los efectos visuales cumplen en cada fotograma, la acción es brutal y los actores dan todo lo que tienen con el limitado y contenido guion de Simon Kinberg, el también director por primera vez, cumple con un aspecto técnico notable, pero se queda atrás en cuanto a la importancia del material de origen.