Primera aparición en el cine de uno de esos personajes emblemáticos, uno de esos que han pasado al imaginario del colectivo cultural; uno de esos escasos personajes que han conseguido ser un referente en la sociedad, además de ser uno de los dos personajes que harán que Sylvester Stallone sea historia del cine, más que les pese a algunos.

Y se debe a este primer film firmado por Ted Kotcheff (que debe tener un lugar en el corazoncito de todo cinéfago ya que suya también es "Este muerto está muy vivo") y hay que decirlo sin ambages y sin complejos: nos legó un peliculón. Cuando uno es más joven y pasa la etapa de gafapasta y quiere hacerse un poco el intelectual porque empieza a hacer caso a los críticos y a demás pedantes que miran con superioridad a sus semejantes, deja de lado a las películas que uno vio en su adolescencia y que hicieron que uno amase al cine y se convirtiese en el cinéfago que es hoy. Luego, pasa el tiempo, uno madura y se quita los complejos y vuelve a valorar lo que una vez dejó de lado (aunque en su fuero interno, siempre valoró).

Hay que poner en valor esta película. Antes de convertirse en un instrumento más (quizá el más importante) de la ideología de la era Reagan, con un mensaje bastante conservador en Rambo II o rozando lo fascistoide en Rambo III, se nos presentó este film en el que se atisba a John Rambo como un personaje trágico. Un veterano que ha sangrado por su país en una guerra que no le atañe y que no comprende demasiado bien; una persona que ha visto morir a sus amigos, que ha sido testigo de cosas que ningún ser humano debería ver nunca y que cuando vuelva a casa se encuentra no sólo con la incomprensión de sus compatriotas sino también con el temor y el rechazo. Se ve tratado como un apestado y como una amenaza por una sociedad que recela de él, una persona que ha dado todo lo que tenía por ellos. Se ha dejado su salud psicológica y todos sus esfuerzos físicos por un país que ya no es que no lo valore, es que lo desdeña... Así, se comportará como la máquina de matar que su país le enseñó a ser.

El mensaje social y la crítica política está presente en todo el metraje de la cinta lo que la convierte no sólo en un pasatiempo extraordinario sino que también encierra un fondo del que carecen las demás continuaciones de la saga que, entiéndaseme bien, son películas muy aprovechables y con las que pasas un rato más que agradable, pero no llegan al nivel de esta primera entrega (quizá la segunda se quiere acercar un poco). Ese toque e atención a la sociedad que ignora a los que obedecen las órdenes de sus superiores y van a guerras que no comprenden a combatir por intereses espurios y que cuando vuelven a casa se encuentran con que su país le ha dado la espalda y están totalmente desubicados, así no les queda más remedio que hacer lo que les han enseñado a hacer. Y se vuelven contra quien les ha abandonado.

Esta misma temática la trató Friedkin "La Presa" pero con menor fortuna, para mi gusto.