La debutante Ana Lily Amirpour creó una de las sensaciones indie del pasado año con este filme posmoderno que entremezcla romanticismo, vampiros, drogas y western.

Visionando la ópera prima de Amirpour, directora iraní con formación estadounidense, es imposible no recordar a nombres clave como Jarmusch o Lynch como evidentes influencias, formalizando eso si una magnética atmósfera y voz propia además de un fantástico uso de la música. Es evidente que Amirpour realiza un ejercicio estético y que esto hará denostarla por cierto sector del público, reconociéndosele cierto exhibicionismo y frialdad en la forma.

Brillando en su pastiche de terror, western y amour fou aderezado con pintorescos personajes, Amirpour firma una obra atrayente, con personalidad propia y que nos obliga a estar atentos a próximas obras de esta debutante iraní.