Una de las cintas más esperadas del año llega a las carteleras del país tras tíbias críticas desde Venecia y formando un elenco a priori más que sólido.

El director Baltasar Kormákur forma una rutinaria cinta sobre montañísmo que no se sale de lo habitual, con fuerza visual en el paisaje pero sin sensación de sorpresa en términos generales. El extenso reparto nos deja una amalgama de personajes demasiado grande para llegar a empatizar con el espectador, siendo quizás el más protagonista Jason Clarke y un sobresaliente John Hawkes lo más destacable de un reparto de renombre que no es aprovechado al completo como debería.

Lo mejor del filme llega en su segunda parte cuando los alpinistas buscan ascender a la cumbre, es ahí donde Kormákur demuestra una eficaz mirada a la tragedia humana y a la fiereza de la naturaleza.

Un filme que ha levantado polémica entre los más expertos del caso real y del alpinísmo aunque valorándola cinematográficamente acaba siendo más rutinaría de lo que esperábamos y forma una cierta crítica a como el ascender el Everest se ha convertido en un mero negocio turístico buscando una mirada respetuosa y abrumadora a la incontrolable naturaleza.

Un filme demasiado rutinario, que sorprende menos de lo esperado y que no aprovecha del todo un elenco de actores en estado de gracia.

El Crítico Inquilino