Puede que exista vida más allá de Pixar, pero Lorax no es el mejor ejemplo de ello. Estamos ante una película divertida y amena, pero carente de alma en cierto sentido. Más allá de la temática ultramasticada medioambiental Lorax es una película a la que le faltan puntos por todas partes. Parte de los responsables de Lorax ya demostraron con Horton que son capaces de hacer una buena película de animación, pero desde luego Lorax en comparación sale muy perjudicada.

Lorax para empezar es un personaje muy secundario. Además de aparecer poco la historia poco tiene que ver directamente con él. Para colmo, la historia que se nos presenta en un primer plano queda eclipsada por la eterna (y buena) historia que cuenta el misterioso personaje que vive en las afueras de la ciudad. Cuando intentamos volver a la historia principal ya es demasiado tarde, y tan sólo disponemos de unos veinte minutos para subirnos al tren.

Es toda esta confusión argumental la que hace de Lorax una película demasiado mal estructurada. Son los personajes humanos los que caen mejor que las criaturillas del bosque de trúfulas, y el propio Lorax no tiene una personalidad aplastante ni nada que merezca la pena destacar en pantalla.

De todas formas, como toda película de animación de los últimos años, es entretenida y se ve en un soplido, pero comparativamente con el gigante Pixar y con otras películas de los propios creadores la cosa se queda bastante lejos del nivel. Lorax es precisamente como una semilla que no se regó debidamente.