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Voto de Cinemagavia:
7
Drama. Romance. Thriller Durante un juicio, Larita Filton (Isabel Jeans), es condenada por "malas costumbres" al comprobarse que posó para un pintor (Ian Hunter) que, por defenderse, abaleó a su marido. Separada, Larita se va entonces al mediterráneo y al conocer y casarse "sin hacer preguntas" con el joven de clase media John Whittaker (Robin Irvine), terminará visitando a su familia... donde "las buenas costumbres" tienen un peso elevado. (FILMAFFINITY)
31 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La mal querida

Encontrarse otra vez con los inicios de Alfred Hitchcock permite al espectador conocer la evolución en la forma de concebir el lenguaje cinematográfico en su obra. Con Easy Virtue (Vida alegre) se llega a sus primeras películas, su etapa muda, con un drama basado en la obra de teatro homónima de Noël Coward. En primer lugar, el guion expone de una forma clara y eficaz la contradicción de la apariencia, de las buenas maneras y del saber estar. Pese a estar ambientada hace casi 100 años, ese factor de juzgar al otro sigue estando de actualidad. Por lo cual, la historia mantiene un interés que se consume en los distintos conflictos que se exploran. De esta forma, va tejiendo una estructura circular, donde se analiza el peso de la fama social y las consecuencias de ésta, aunque sin una profundidad exacerbada.

Dicho de otra forma, el guion sigue una estructura bastante sencilla, que no termina de explotar en un dilema moral o sociológico. Incluso, al estar el público acostumbrado a un discurso más enrevesado, más rico y complejo en las obras de Hitchcock, les puede parecer una obra excesivamente ligera. No obstante, resulta un ejercicio de entretenimiento y funciona como pieza breve. Aunque sería conveniente subrayar que se echa en falta mayor pasión, sobresalto y poder darle la opción al espectador de conectar más con algunos de los personajes que se muestran en pantalla. Además, hay ciertos detalles que dejan con intriga, pero que no se aprovechan para dar rienda suelta a un éxtasis narrativo que hubiera sido un gran colofón en el relato. En consecuencia, el libreto se mantiene en un tramo curioso, pero no busca convertirse en una historia sobresaliente y con matices.

*Expresividad seductora

Al tratarse de cine enteramente mudo, la realización interpretativa de los actores en Easy Virtue (Vida alegre) se enfoca en la expresividad ante la cámara. Para comenzar, Isabel Jeans se mete en la piel de Larita, la joven protagonista de este film. La actriz tiene un magnetismo en pantalla, que es lógico que se construya la imagen a partir de su presencia en escena. Además, tiene el talante suficiente para dar toda esa fuerza sutil y descafeinada que necesita su personaje. Luego, Franklin Dyall ofrece una actuación breve, pero que da en el clavo. Por lo cual, consigue ser el preludio antagonista perfecto. Sin embargo, no ocurre lo mismo con Robin Irvine que convence en las últimas secuencias, pero se queda a un nivel excesivamente encorsetado en las primeras escenas. Aun así, la gracia de Jeans, en ambos casos, contrasta con una luminosidad precisa.

Por otra parte, Violet Farebrother será la otra gran contendiente en el campo de batalla interpretativo. La realidad es que la actriz sabe llevar a su personaje con una vigorosidad certera, pero, además, muestra todo esa rabia y negatividad en su expresión facial. Junto con ello, el movimiento en escena hace que gane más importancia según transcurre el film y le permita batirse en un duelo sinérgico con la actriz protagonista. Gracias a ello, ambas ofrecen una construcción orgánica y producen unas interpretaciones atractivas ante el espectador. Por último, mencionar a Enid Stamp-Taylor y Eric Bransby Williams, los cuales, aunque a primera vista no tienen gran peso en pantalla, luego su participación es fundamental. Pero, el problema surge que quedan en la retina del espectador por su importancia narrativa, pero no por su manera de actuar en pantalla. Por lo que no consiguen pisar fuerte y se vuelven anecdóticos.

*El sello de Hitchcock

Aunque Easy Virtue (Vida alegre) no esté marcada por la complejidad narrativa de los éxitos de Hitchcock y se quede en una historia más ligera, sí pueden verse sus inicios en la artesanía del cine en el despliegue técnico. En primer lugar, hay un sumo cuidado en los detalles y en la simbología, ofreciendo un virtuosismo a la hora de fabricar la confección visual del film, que habla por sí sola. Es más, se pude comprobar en las transiciones, que se elaboran con un encadenado con personalidad, en la que utilizan la percepción del espectador como gran aliado. No obstante, todavía no se ve todo el talento del realizador, pero se puede disfrutar de cómo ya para entonces había un esquema estético con una inteligencia creativa muy representativa. Por lo cual, es ahí donde se puede ver mayormente el sello de Hitchcock en este film.

Por otro lado, el montaje ofrece un esquema circular, aunque se produzca de forma lineal. Aun así, expone una concepción de “eterno retorno” más que interesante. Después, la forma de mantener un ritmo en alza, que no se excede en la parsimonia, pero tampoco fuerza el dinamismo, hace que haya un equilibrio energético interesante. Dicho de otra forma, el movimiento en escena es adecuado para poder subrayar la ligereza de la identidad de la propia película. Por otro lado, el diseño de vestuario es exquisito, junto con una dirección artística ajustada a los escenarios que ofrecen la grandiosidad y pomposidad de la situación. Luego, destacar la dirección fotográfica, con unos encuadres estupendos, en especial, en las escenas rodadas en las tierras mediterráneas que visitan los protagonistas. En resumen, es una película con una autenticidad técnica notoria.

*Conclusión

Easy Virtue (Vida alegre) es una de las primeras películas de Alfred Hitchcock. Pese a tener un guion bastante ligero y sin complicaciones, la trama se presenta disfrutable, aunque a veces excesivamente rápida en su resolución. Luego, la actuación de su protagonista Isabel Jeans, junto con Violet Farebrother, es increíble. Por otra parte, a nivel técnico, Hitchcock impregna su sello de identidad con un cuidado del simbolismo, de la artesanía visual y del buen justo estético. El reflejo de la hipocresía social y de las buenas costumbres, que se convierten en una obra menor del realizador inglés.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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