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Voto de Cinemagavia:
7
Comedia Una dramaturga de 40 años a la que todo le va mal decide probar suerte en el mundo del rap antes de aceptar su fracaso como artista. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Llega la crisis de los cuarenta

Rapera a los 40 es un verso suelto dentro del catálogo de Netflix, y eso ya es algo. Es una película que cumple todos los estándares de cierto cine independiente. Blanco y negro, puesta en escena sencilla y naturalista, cámara en mano para dar un aspecto semidocumental. Es, por lo tanto, una película sin aditivos ni adornos que trata de captar el espíritu de un momento y lugar determinados (Harlem, Bronx, Brooklyn)… También es una película de ideas, que reúne varias tesis, pero las incorpora a una deliberadamente buscada cotidianidad.

Como es una película con algún componente autobiográfico, la protagonista de la película es la propia Radha Blank, auténtica factótum de Rapera a los 40. El argumento gira entorno a ella, una dramaturga que recibió un premio antes de los treinta años como prometedora autora, que desde entonces no ha escrito nada de relevancia, y al llegar a la cuarentena se siente frustrada.

Se trata de una crisis de los cuarenta en la que muchos podrán sentirse identificados, al tratarse de una edad que arbitrariamente se ha establecido como límite entre la juventud y en inicio de la decadencia. Radha siente lo mismo, pero lleva sus preocupaciones a un terreno más artístico. Dentro del mundillo cultural la juventud sigue siendo un divino tesoro, y si no has conseguido nada a cierta edad (y probablemente más si eres negra y mujer) es probable que tu méritos, sean cuales fueren, queden en el ostracismo. Pero Rhada decide revelarse.

*Teatro y hip hop

Radha da clases de teatro en un instituto y tiene entre manos una obra de teatro, Harlem Av., que quiere que sea llevado a las tablas para sentir que todavía es dramaturga. Sin embargo el único director teatral que ha mostrado algo de receptividad es demasiado “rastafari” como para llevar su obra coherentemente. De mano de sus alumnos del grupo de teatro concibe una extraña y resolutiva idea. Comenzar a rapear a los 40 años en buscar de una creación significativa, con su propia voz.

Algunos personajes de Rapera a los 40 modularán e influirán en la forma de Radha de afrontar su desorientación De un lado tenemos a su manager Archie (Peter Yim), amigo incansable de la protagonista, que no escatima esfuerzos y trapacerías para encontrar una oportunidad a su representada. Tiene un talante más pragmático que, en ocasiones, difiere mucho del acendrado idealismo de Radha.

Josh Whitman (Reed Birney) es un productor teatral que está dispuesto a producir la obra de Radha, con la poco apetecible contrapartida de hacer algunos cambios que chocan de lleno con la idea de la autora. Y aquí está otra de las tesis de Rapera a los 40, la confrontación entre la fidelidad a uno mismo y el adormecimiento de los escrúpulos para conseguir el éxito de cualquier manera.

*Vender o no vender tu alma

Rapera a los 40 cuarenta dentro de su fértil muestrario de ideas nos hace ver cómo la integridad artística puede llegar a ser un dilema vital. Radha entra en contacto con D (Oswin Benjamin) un músico de hip hop que se puede ocupar de poner las beats (las bases musicales) a sus rimas. La conexión entra ambos, difícil en un primer momento, acaba siendo afín. Además las letras de ella son más que interesantes y llaman poderosamente la atención al músico. Ambos tendrán que superar no pocos prejuicios entre sí, pero poco a poco parece que Radha podría hace algo interesante dentro del hip hop.

Al alimón, el productor Josh Whitman accede a llevar a cabo Harlem Av. pero con importantes enmiendas que Radha detesta. Y aquí entra otra idea en juego. Lo que en Rapera a los 40 llaman “pornografía de la pobreza”. La dramaturga odia los tópicos que promueven los productores blancos (hay pocos blancos buenos en la película, no deja de bordear el cliché) de mostrar solo la parte sórdida de la población negra: adicciones al crack, pandillerismo, madres solteras sin hogar o dinero. De eso modo rentabilizan el sufrimiento de una minoría para forrarse y lavar sus conciencias.

Radha quiere hacer simplemente una obra sobre una pareja negra de Harlem que quiere sacar adelante un negocio. Pero el productor Whitman quiere llevar la obra a su estereotipado terreno. Así pues, en Rapera a los 40, simbológicamente el teatro, la inicial pasión de Radha, se acaba identificando con el mercadeo de los valores autorales y el hip hop con el epítome de la autenticidad.

*El dilema de Rapera a los 40

El hip hop y el teatro no son otra cosa que meros instrumentos, no hay pretensión de bendecir a uno y demonizar al otro. La verdadera pugna está entre vender tu alma a cambio de éxito, u optar a la independencia y hacer algo importante para uno mismo. Ya decíamos que el principal baluarte de Rapera a los 40 está en la exposición de ideas: convenciones sociales, artísticas y raciales. Al margen de eso la puesta en escena es sencilla en extremo.

El estilo de Radha Blank es una especie de cinema verité que trata de reflejar una imagen fiel del entorno basándose en la espontaneidad y el naturalismo. Lo cual no es obstáculo para que el guion sea divertido, ocurrente y rápido en sus diálogos. Esencialmente estamos ante una comedia de tesis y de costumbres, que tiene incrustaciones de drama aquí y allá. Tiene el problema de que la película se alarga demasiado e incide redundantemente en algunos temas. P.ej: el toma y daca entre Radha y su representante, algunos conflictos con sus alumnos y la sempiterna preparación de la obra de teatro.

*Conclusiones

Rapera a los 40 es un perro verde dentro del catálogo de Netflix. Es una buena muestra de cine indie de estilo naturalista y bajo presupuesto.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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