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Voto de Cinemagavia:
9
Thriller. Drama Nueva York, 1988. La difusión de un nuevo tipo de droga ha traído una oleada de crímenes. En inferioridad de condiciones frente a las viejas y nuevas bandas de traficantes, la policía pierde por término medio dos agentes al mes. Bobby Green (Joaquin Phoenix), el encargado de un club de Brooklyn frecuentado por la mafia rusa, intenta mantenerse al margen del conflicto. Pero Bobby guarda un secreto: tanto su hermano, el teniente Joseph ... [+]
2 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La modélica presentación del conflicto con sabor a Scorsese

La noche es nuestra nos sitúa en el año 1988, en Brooklyn. Con Blondie cantando su inconfundible Heart of Glass, Gray nos presenta al protagonista, Bobby Green (Joaquin Phoenix), el cual regenta un club nocturno con capital ruso, llamado El Caribe. Es un inicio dinámico con el sello inconfundible del maestro Scorsese, tanto por la puesta en escena como por los movimientos de cámara que utiliza para seguir a los personajes. Si nos dijeran que la escena pertenece a Casino, nos lo creeríamos.

Tras esa escena de la fiesta discotequera, se nos presenta otra fiesta bien distinta. El cuerpo de policía está reunido para reconocer el ascenso de Joseph Grusinsky (Mark Wahlberg), el cual está acompañado por su padre Burt Grusinsky (Robert Duvall). El contraste de ambas celebraciones marca de inicio cuál seré el conflicto central. Nos enteramos de que Bobby es el hermano de Joseph, la oveja negra de una familia de policías, hasta se ha cambiado su apellido paterno para que nadie le vincule con ellos.

En la siguiente secuencia, los tres mantendrán una conversación en un terreno neutral, una iglesia. La elección no es algo banal, no porque la religión vaya a tener demasiada importancia, si no porque los valores morales implícitos a la fe son fundamentales en el cine del director. Gray nos ofrece otra clase magistral de como plantear una película desde sus primeros minutos.

El cine negro estadounidense de los años 70-80, principal inspiración

Tras ese estupendo inicio, La noche es nuestra no deja de crecer. Cada secuencia incrementa la intensidad dramática y el suspense, logrando un policíaco perfecto que transpira en cada fotograma su pasión por el clasicismo. Además de su fijación por el cine de gángsters de Scorsese y Coppola (muchos ven en el personaje Bobby una transformación inversa a la que tiene Michael Corleone en El Padrino), La noche es nuestra tiene también mucho del cine negro de los años 70-80 de directores como Sidney Lumet, John Frankenheimer o William Friedkin. En concreto, la película Vivir y morir en Los Ángeles, de éste último, fue la que sirvió de inspiración para una de las mejores escenas de la película, la persecución en coche. Absolutamente magistral.

Pero la vasta cultura cinematográfica que tiene Gray, también le invitó a revisitar el cine europeo, en especial de Visconti, o el cine japonés de los años 50. No creo que la edad de oro del cine japonés fuera tanto una influencia estética, como una exploración común de temas que tienen la necesidad de escudriñar en todas sus películas, la familia y el destino. El cine de Yasujiro Ozu, Akira Kurosawa o Mikio Naruse, es una fuente inagotable de sabiduría en ese sentido.

Más referencias extraídas del cine, la religión y la mitología

Hay muchas más referencias en . Por ejemplo, otra de las mejores secuencias es la que sucede en un maizal. Tanto El demonio de las armas de Joseph H. Lewis, como Con la muerte en los talones de Alfred Hitchcock, estarán en nuestra retina. Por eso resulta tan interesante el cine de James Gray, está repleto de referencias cinéfilas que utiliza para armar su discurso narrativo, sin dejar de ser consecuente con su propio estilo. Un autor no tiene porqué renunciar de las enseñanzas de sus maestros, si no que se lo digan a Tarantino.

Gray vuelve a contraponer a dos personajes con un arco dramático que avanza de manera inversa. Los dos hermanos son esclavos de un destino que reajusta su camino como un GPS cuando te equivocas de calle. Se incide en referencias bíblicas y mitológicas para construir la psicología de los personajes. La noche es nuestra se puede entender como la parábola del hijo pródigo recogida en el Evangelio de Lucas del Nuevo Testamento. También como un acercamiento al mito homérico de Eneas en la Iliada. Todo el cine negro de James Gray tiene el aspecto solemne de una tragedia griega.

Conclusión

La noche es nuestra es la tercera incursión dentro del cine negro del director James Gray. Junto a Cuestión de Sangre (Little Odessa) y La otra cara del crimen (The Yards), forman una especie de tríptico con muchos puntos en común. Existe una cuarta película que podría englobarse dentro del mismo contexto, Lazos de Sangre, escrita por Gray en 2013 junto al francés Guillaume Canet, que fue quien finalmente la dirigió.

La noche es nuestra es un thriller criminal absorbente que maneja los códigos del género con una inteligencia fuera de lo habitual. Su constante referencialidad argumental y estética al cine negro estadounidense de los años 70-80, no le impide convertirse en un producto con el sello propio del autor. Se nota en el manejo del tempo, en la importancia que otorga a la construcción psicológica de sus personajes o en esa fotografía llena de tonos apagados y de influencia manierista, en esta ocasión encargada a Joaquín Baca-Asay.

Gray insiste en sus temas recurrentes. La familia como refugio emocional al que siempre se regresa o el destino fatalista con efecto transformador. Todo se presenta como un camino irrenunciable para los protagonistas. Hay más acción y suspense que en sus precedentes. Se nota la madurez de Gray tras la cámara, sobre todo al abordar determinadas secuencias complejas. Buenos ejemplos son la persecución en coche bajo una lluvia torrencial o el tiroteo que tras una operación fallida finaliza en el maizal. La noche es nuestra es una película sencillamente magistral. Uno de los mejores films de género policíaco de los últimos años.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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