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Voto de Cinemagavia:
9
Drama Nora entra en primaria y poco después descubre el acoso que sufre su hermano mayor, Abel. Nora se debate entre la necesidad de integrarse y su hermano, que le pide que guarde silencio. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2022
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El origen de todas las violencias

Un pequeño mundo (Un monde) baja la cámara a la altura del drama de una niña en su primer día de colegio. Las lágrimas de Nora (Maya Vanderbeque), nos hacen viajar hacia atrás en el tiempo y nos devuelven a ese momento en el que, por primera vez, nos enfrentamos a esa nueva realidad. Nuestro recuerdo se mezcla con lo que vemos en pantalla, siempre desde el punto de vista de Nora, que se abraza a su hermano mayor y a su padre en un intento por retrasar, o evitar, el momento de entrar en la escuela.

Su título en inglés Playground nos da pistas sobre ese mundo, pequeño, en el que Nora y su hermano Abel (Günter Duret) van a ver amenazado su vínculo. Ese patio de juegos en el que coinciden a la hora del recreo, es el lugar en el que se empiezan a hacer patentes los conflictos con los que tendrán que lidiar el resto de sus vidas.

La mirada de Maya Vanderbeque se agarra al corazón y no hay manera de quitársela de encima durante toda la película. Su personaje busca esa necesaria adaptación al nuevo medio través del reconocimiento externo, pero sin soltarse de ese otro mundo del que procede: su familia, su hermano. Sin quererlo, se convierte en testigo del acoso que Abel sufre por parte de otros niños y se debate entre la promesa que le hace a su hermano de no decir nada y contarlo para ayudarle. ¿De qué otra forma podría socorrerle? Nora es demasiado pequeña para un debate interno tan ciclópeo.

*¿Dónde están los adultos?

En Un pequeño mundo (Un monde) hay adultos, pero aparecen desenfocados y pocas veces muestran su rostro. Escuchamos sus voces y vemos algunas de sus acciones, pero siempre dejan la sensación de que no están, llegan tarde o no se enteran de lo que ocurre. Esta realidad sobre la que quiere dejar constancia Laura Wandel, sin entrar en juicios, pone de relieve el problema de la organización educativa y el hecho de que los docentes no son omniscientes ni tienen el don de la ubicuidad. Hay muchas escenas conmovedoras, la propia Maya es, por sí sola, un diamante, al igual que Günter, cuyo personaje realiza un itinerario muy certero de la violencia. Dónde surge, por qué y para qué. Es muy hábil la forma que tiene Laura Wandel de mostrarnos el problema del bullying y la integración social.

Hay muchas escenas poderosas que respiran en un segundo plano, pero que, de forma elegante, se unen para conformar una trama lúcida y valiente. Una de esas escenas se da en uno de los juegos de Nora con sus dos nuevas amigas. El juego consiste en caminar por el respaldo de un banco mirando al frente sin caerse. Nora cae antes de llegar al final y una de las niñas le dice que está muerta y tiene que tumbarse debajo del banco. Nora pregunta por qué y su gesto nos hace casi escuchar su diálogo interior, en el que parece preguntarse si esa regla estaba en el juego cuando empezaron. La amiga parece leer su mente y le dice que no es un juego, que si no se hace la muerta debajo del banco no irá al cumpleaños de Victoire, la otra niña. Entonces, Nora pregunta si puede volver a intentarlo.

*Conclusión

El bullying no es un juego, parece querer decir la amiga de Nora cuando la amenaza con no ir al cumpleaños de su amiga común si no hace lo que ella dice. Aunque también parece dejar claro que es ella quien decide cuándo es un juego y cuándo no lo es. Nora es capaz de resolver ese conflicto sin violencia, preguntando si puede volver a intentarlo y cambia las reglas del juego, porque necesita ser aceptada.

Sin embargo, hay otros momentos en los que no es capaz de actuar sin violencia, como tampoco es capaz de aceptar que su hermano sea el raro del que abusan. Un pequeño mundo (Un monde) pone de manifiesto cómo de moldeable es la mente y, por extensión, la conducta de un niño. Puede convertirse en aquello que el abusador o manipulador desee y naturalizar hasta lo más execrable, como ser el sujeto de ese abuso.

Este primer largometraje de la directora belga Laura Wandel no cuenta nada nuevo, pero su forma de contarlo es capaz de llegar a lugares a los que otros cineastas no han llegado. Es una película delicada y áspera al mismo tiempo, sin banda sonora, ni siquiera al final, al estilo de sobrio documental, pero traspasada de emoción. De difícil definición, pero, sin duda, impactante. Hermosa.

Escrito por Susana R. Sousa
Cinemagavia
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